Existen pretensiones de difícil satisfacción. Ignacio
Vidal-Folch recuerda en El Mundo que
“el ayuntamiento de Cervera solicita a la Casa Real
española
que la princesa Leonor renuncie al título de condesa de Cervera, ya que la población
no se siente representada por una monarquía ‘anacrónica y desfasada’. A esto la Casa
Real ha respondido que la princesa como heredera de la Corona de España ostenta
con mucho orgullo, entre otros títulos, el de condesa de Cervera”. Vamos a ver:
la princesa Leonor es de tan corta
edad que pasa olímpicamente de esas pompas y vanidades. A mi entender, no se
debería seguir disfrutando de un título nobiliario, en este caso catalán,
cuando la ciudadanía del municipio que da lugar al título (en este caso una
moción acordada en junio de 2014 por mayoría simple), no se siente representada
por la persona que la encarna. Pero la Casa
Real me consta que no ha contestado nada al actual alcalde Ramón Royes. Sí lo ha hecho Jaime Alfonsín, jefe de la Casa del Rey, que es cosa distinta. En esa
carta, con registro de entrada en ese Ayuntamiento de fecha 1 de diciembre de
2015, Alfonsín recuerda al alcalde Royes el contenido del artículo 57.2 de la Constitución
Española, donde se señala: “El Príncipe Heredero, desde su nacimiento o desde que se produzca el
hecho de que origine el tratamiento tendrá la dignidad de Príncipe de Asturias y de los demás títulos vinculados
tradicionalmente al sucesor de la
Corona”. La ciudad de Cervera ya pidió en su día esa misma
renuncia al rey Juan Carlos para su
hijo Felipe y entonces se dio la
callada por respuesta. En suma, para que se satisfagan los deseos de los
ciudadanos de ese municipio catalán de la comarca de Segarra será condición
necesaria que se modifique la Carta Magna.
Mientras tanto, ajo y agua.
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