El periódico “La Comarca”, de
Calatayud, se hace eco en sus páginas de un suelto de ABC (5/2/16) donde Fernando Sebastián Aguilar, religioso
claretiano, arzobispo emérito de
Pamplona y Tudela y cardenal (nombrado por el papa Francisco ) desde 2014, “ha mostrado su perplejidad por el panorama
político actual” y ha aprovechado para lamentarse de que los votos socialistas
en el Ayuntamiento de Calatayud hayan impedido su nombramiento como hijo
predilecto y le hayan negado una calle. Ha dicho textualmente: “Me han
negado dedicarme una calle y el declararme hijo predilecto de Calatayud con el
voto del PSOE. ¡Hasta dónde llegamos!”. La verdad, no lo sé. Lo que sí sé es
que ese ilustre bilbilitano concedió una controvertida entrevista a Diario Sur poco antes de ser nombrado
cardenal, donde afirmaba que “la homosexualidad es una deficiencia que se puede
normalizar con tratamiento”. (…) “Muchos se quejan y no lo toleran, pero con
todos los respetos digo que la homosexualidad es una manera deficiente de
manifestar la sexualidad, porque ésta tiene una estructura y un fin, que es el
de la procreación.
Una homosexualidad que no puede alcanzar ese fin está fallando. Eso no es un
ultraje para nadie. En nuestro cuerpo tenemos muchas deficiencias. Yo tengo hipertensión, ¿me
voy a enfadar porque me lo digan?”. Por aquellos días, durante una conferencia
de prensa que dio en el Obispado de Málaga también hizo referencia al aborto:
“Me inquieta –dijo- que la sociedad española haya asimilado la normalidad del
aborto. Es un debate mal planteado”. Y al se preguntado sobre los casos de
pedofilia dentro de la Iglesia,
afirmó que “la forma de evitar este tipo de cuestiones es
acentuar nuestro trabajo en la educación, educar moralmente, religiosamente y
humanamente, con estabilidad afectiva, con fuerza de voluntad... Todos los
problemas de tipo personal arrancan de una deficiencia educacional. No solo en
los colegios religiosos, en todos los centros educativos”. Cardenal viene del
latín cardo o bisagra y, pese a sus luces y sus sombras, no se debe olvidar que
fue en su día el teólogo preferido de Vicente
Enrique y Tarancón. Creo que pronto se publicarán (si no se han publicado
ya) unas memorias de este cardenal
donde los ciudadanos podremos saber de primera mano muchas cuestiones que
todavía desconocemos sobre la Transición.
Respecto a poder ser nombrado hijo predilecto y tener una
calle en Calatayud, nada que objetar. Lo merece, aunque sólo sea por haber sido
rector de la Universidad
Pontificia de Salamanca. A otros, por menos, les llevan en
andas y hasta en volandas.
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