Cuando se eleva una anécdota al reino de la categoría mal
vamos. Iglesias acudió a la gala de los Goya con esmoquin; y Sánchez, descorbatado. En este sentido,
Pedro G. Cuartango, en El Mundo, entiende que “lo que me llama
la atención es el camaleonismo del líder de Podemos para complacer a los
actores. Iglesias exalta su diferencia en el acto de constitución del Congreso
con numerosos gestos de repudio a la tradición, pero se asimila cuidadosamente
al entorno en los Goya, aceptando
ponerse el uniforme que le iguala al colectivo”. (…) “Iglesias hubiera dado el
golpe si se hubiera presentado a la gala vestido como un menesteroso frente a
tanto glamour, pero ha preferido renunciar a ser como es él para difuminarse en
un mundo lleno de pompa y vanidad, donde lo que prima es el parecer sobre el ser.
Eso apunta a una debilidad que hubiera escandalizado a Robespierre,
siempre tan pulcro y modesto en las apariencias y siempre marcando las
distancias con la aristocracia a la que quería guillotinar. Estéticamente, no
se puede ser revolucionario e ir de esmoquin. Eso nos hubiera horrorizado a los
que tirábamos piedras a los grises a principios de los años 70 cuando vestíamos
un uniforme más digno: la trenca y los vaqueros”. Y Luis Ovejero, en una tribuna en El
País (“¿Era Franco de Krypton?”) intenta
dejar claro que “nuestra Constitución se redactó en una atmósfera señoreada por
una izquierda que estaba pensando en el socialismo, utilizaba socialdemócrata como insulto y
consideraba al Estado de bienestar como un trampantojo”. Y en ese conato, no sé
si vano, de aclarar las cosas es rotundo: “También resulta inexacta la
afirmación de que Franco impuso la Monarquía. La
Monarquía de Franco no es la actual como tampoco el átomo de Demócrito es el de Bohr o la
Generalitat de 1359 es la que encuentra su legitimidad en la Constitución, por más
que los nacionalistas repitieran que Mas
era el ciento no sé cuántos presidente de la Generalitat. El Rey
de Franco significaba ‘el rey con el poder estipulado en las siete leyes del
Movimiento’, el que, por ejemplo, podía nombrar presidentes de Gobierno. A
partir del 29 de diciembre de 1978 Rey de España significa otra cosa, lo que
especifica la
Constitución, algo muy parecido a rey de Suecia”. Sabido es que su poder real está limitado sólo a funciones ceremoniales y oficiales. Vamos, que
ni pincha ni corta. No está mal esa analogía para ser Lunes de Carnaval.
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