A propósito de las calles que deben eliminarse del callejero de todas las
ciudades y pueblos de España de acuerdo con la Ley de la Memoria Histórica,
señala
Arcadi Espada en
El Mundo algo que parece evidente: “El
franquismo no puso una calle a García Lorca por la sencilla razón que lo había
matado”. Y también escribe algo por todos sabido: “Los españoles no se
avergonzaron abrumadoramente de
Franco
como los alemanes de
Hitler”. (Por
cierto, hoy me entero de que la
Complutense dejará de asesorar a
Carmena sobre la quita de calles franquistas, en las que existen
–según esa Universidad- nombres “de talla universal”). Como digo, de ahí que el
ensalzamiento de su memoria por parte de ciertos nostálgicos no constituya
delito alguno y esté comprendido dentro de lo que se considera apología del
terrorismo, como es el caso de la durmiente ETA. “El franquismo –señala Arcadi
Espada- fue un régimen nacido de una victoria militar, basado en la extinción o
el arrinconamiento de una parte de los ciudadanos. De ahí que uno de sus
primeros trabajos fuera borrar todo signo de la existencia política, cultural o
sociológica de millones de españoles”. Pero lo malo de todo eso es que el
Partido Popular, que nunca condenó aquel régimen, anda todavía dando lecciones
de democracia y señalando qué partidos son “antisistema”.
Sartori define como “partidos antisistema” a aquellas
organizaciones que ingresan en la arena electoral con el propósito de
deslegitimar al sistema existente sosteniendo uno alternativo. De cualquier
manera, quizá no estuvo acertada la lista que la comisión de la Complutense hizo sobre
rótulos a quitar en las calles de Madrid. En
“El potaje madrileño”, dentro de las páginas de
El País,
Andrés Trapiello pone un ejemplo claro de ello, el caso de
Muñoz Seca: “El mismo 18 de julio de
1936 salió al escenario del teatro
Poliorama
de Barcelona, donde se representaba su obra
La tonta del rizo, y
anunció a los espectadores, al grito de ‘¡Viva España!’, la sublevación de los
militares en África. Lo detuvieron y lo metieron en la cárcel de San Antón, de
Madrid, de donde salió tres meses después para ser asesinado en Paracuellos, a
manos de verdugos que jamás pagaron por ese crimen. Participó en la Guerra Civil tanto
como
Rodríguez Zapatero,
Iglesias o yo mismo”. También es
verdad. Al césar lo que es del césar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario