Mariñas, en La Razón,
hace un elogio rastrero hasta la grosería de Carmen Franco, que dentro de unos meses cumplirá 90 años. “Carmen
Franco –escribe Mariñas- ha conservado
la discreción y durante tantos años nunca estuvo mezclada en ningún
chanchullo, aunque algunos quisieron empañarla con el asunto de las medallas
llevadas en supuesto e inventado estraperlo a Suiza. Iban en su propio bolso de
mano y nunca pretendió escabullirlas”. Manuel
Jabois en El País (“Pasar de todo”) comenta que “del mismo
modo que a Urdangarín le interesó
asociarse con la Familia Real, a
Mallorca le interesó asociarse con Urdangarín. En la política, como en el amor,
después de la estrecha amistad viene el noviazgo, y más allá el contrato”. (…)
“Después de casarse con la infanta,
y de haber sido noticia por estar enamorado, tener hijos, ir a fiestas
aburridas y pasar el verano en Mallorca, Iñaki Urdangarín empezó a trabajar. A
la corrupción social, que consistía en ser tratado por quién era y no por lo
que hacía, le siguió la corrupción económica, poco original en idea y
ejecución, pues era pedir dinero por la cara. Tampoco había sido entrenado para
otra cosa”. En República de las Ideas,
Pablo Sebastián entiende que
“Mariano Rajoy ya sabe que no volverá a ser presidente del Gobierno, y puede
que ni candidato del PP en caso de nuevas elecciones”. Y José Oneto, en el mismo diario digital, y en referencia al último
encuentro entre Rajoy y Sánchez, lo entiende como “un encuentro
lleno de tensión y malos modos, hasta el punto que el señor Rajoy, cosa
insólita en él, acostumbrado a todo tipo de situaciones, se ha negado a
estrechar la mano de su interlocutor, algo que ha intentado ser arreglado por
los dos, acudiendo a la excusa que se dieron la mano en el interior de la sala
de reuniones, al margen de los fotógrafos, porque el presidente del Gobierno,
pendiente de la prensa, no se dio cuenta de que Sánchez le tendía la mano, de
forma amistosa”. “Uno era –dice Javier
Somalo en Libertad Digital- el
presidente del gobierno en funciones del ‘partido que ha ganado las elecciones’
y el otro, el ‘mandatado por el Jefe del
Estado’ para formar gobierno. Y de esas peanas no se bajaron, impasibles ante el
ridículo, elevando
el mentón y ajustando sus taleguillas”. Manolete
y Dominguín. Sólo faltaba para
redondear el infausto cartel Gitanillo
de Triana.
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