No acabo de entender la razón por la que determinados
articulistas se meten con el esmoquin de
Pablo Iglesias en la gala de los Goya. ¡A ver su uno no puede vestir como
le venga en gana! Y ese es el comentario de casi todos ellos columnistas de los
diarios de provincias, que parecen estar cortados por el mismo patrón: “El de la Coleta podría ponerse traje y corbata en sus
audiencias con el Rey”. Hombre, yo
sí lo haría. Lo que sucede es que a mí el Rey no me llama a palacio ni para
darme un caramelo de menta. Tampoco acudiría. No sabría de qué conversar con El Mejor Preparado. El Jefe del Estado, que yo sepa, recibe a
Pablo Iglesias y al resto de los líderes de los partidos políticos por mandato
constitucional, en un intento, no sé si vano,
de que alguno de esos líderes consiga apoyos para intentar formar
gobierno. Porque aquí y ahora no manda Rajoy
sino la Aritmética. En
este país ya no cabe ni a empujones un chorizo más ni un gilipollas más. Como
dejó escrito Pérez Reverte (XLSemanal, 09/6/2014): “un gilipollas es
un tonto que no sabe que lo es, y que además se cree listo. Para entendernos,
una mezcla de cantamañanas y tonto del ciruelo”. En este país sólo se habla de
lo superficial, de lo anecdótico, de Venezuela aunque no venga a cuento, de los
títeres de Madrid…, con la que está cayendo. Se proscriben las marionetas y se
soslayan las polémicas declaraciones de Jiménez
Losantos, al hacer referencia a Podemos en su programa de radio Las mañanas de Federico: “Si llevo la lupara, disparo. O sea, menos mal que no
la llevo”. La palabra lupara no está
incluida en el diccionario de la
RAE, pero todos damos por hecho de que no se trata de un
chicle de fresa. Este hombre de Orihuela del Tremedal, en la provincia de
Teruel, y donde estuvo confinado Álvarez
de Miranda en tiempos de Franco,
parece que ya no se acuerda de cuando
los de Terra Lliure le dispararon, no
sé si con una lupara, en la pierna y
le dejaron atado a un árbol. Seguro que se cabrearía como un mono si yo le
recodase que aquello que a él le sucedió
parecía valleinclanesco. De rebote de bala de lupara señalaré que Jiménez Losantos se licenció en Filología
Española con una tesina que versaba sobre las acotaciones a los esperpentos de Valle Inclán. Olvidemos de una puñetera vez el esmoquin de Pablo
Iglesias, de Venezuela, de los títeres y de la cabalgata de reyes madrileños,
etc., y hagamos un esfuerzo en
centrarnos en lo que importa, o sea.
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