En Zaragoza, cuando no se ataca al Alcalde (Pedro Santisteve) por las cuestiones
más nimias, ciertos grupos políticos
(PSOE, Podemos, Ciudadanos, Chunta Aragonesista e Izquierda Unida) la toman contra
el otro Alcalde (don Gustavo), bilbilitano de bien, o
sea, contra el delegado del Gobierno en funciones. Todos los grupos, como digo,
salvo el PAR, que firmó pacto de gobernabilidad con el PP, se ensañan ahora contra
el delegado del Gobierno, que carece de poder, que yo sepa, para administrar
justicia. No se debe equiparar a Gustavo Alcalde con Poncio Pilatos ni confundir al Nazareno
con Barrabás. La razón de esa
protesta conjunta está relacionada con el último asesinato machista ocurrido en
el barrio de Miralbueno hace dos días, donde un hombre mató de varios disparos
a su pareja en el interior del bar Planet
y más tarde se suicidó. Y en una rueda de prensa conjunta, los representantes
políticos de esos grupos señalados han manifestado que Gustavo Alcalde
comentara en referencia al trágico suceso, que “lo lógico en estos casos habría
sido que la mujer hubiese avisado a la Policía de que su antigua pareja, residente en
Medina del Campo, podría regresar a Zaragoza”, al no contar la mujer maltratada
con medidas preventivas, por entender en su día el juez que entendió el caso
que su pareja maltratadora vivía a más de 400 kilómetros de
distancia de ella. Habría que leer el auto y la sentencia, donde costarán las
firmas del juez y del letrado de
Administración de Justicia, (el secretario judicial, para entendernos) porque verba volant, scripta manent. Ni Gustavo
Alcalde es árbol caído del que se deba hacer leña, ni merece tales reproches. En
todo caso, insisto, esos grupos políticos deberían haber pedido
responsabilidades, de haberlas, al juez que en su día entendió del caso. El
delegado del Gobierno, a mi entender, no ha culpabilizado a la víctima de nada ni
son recriminables sus palabras. Estoy seguro que si la mujer asesinada hubiese tenido miedo ante
el posible regreso de su pareja para hacerle daño y lo hubiera denunciado en
una Comisaría, sus temores hubiesen sido atendidos debídamente por unos agentes
que siempre están al servicio del ciudadano y dispuestos a ayudarle. Pero en el
caso de esa señora parece que no fue así, y bien que lo siento. Miedo me da un
“reformismo de centro izquierda”, el compuesto por PSOE y Ciudadanos, cuando ni
uno es de izquierdas ni el otro de centro. No viene al caso que nos ocupa, pero
me moría de ganas por decirlo.
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