Hoy, no sé por qué, me
ha venido a la cabeza la letra de una canción de Pedro Infante que popularizó en España José Manuel Soto. La letra de Tú,
sólo tú: “Mira como ando mujerpor tu querer. Borracho y apasionado,
no más por tu amor. Mira como ando, mi bien, muy dado a la borrachera y a la
perdición”. Hoy, digo,me he
desayunado con la noticia de la marcha del anterior jefe del Estado a Sanjenjo,
a Oporto y a la República Dominicana, por ese orden, con sigilo y sin bulla. El
diario El País señala que “el rey
supo leer el viento de la historia tras la muerte de Franco”; en La Vanguardia,
“Torra exige a Felipe VI que abdique tras la ‘huida’ del rey emérito”; y en ABC,
Ignacio Camacho cuenta que “En el fondo de este
desgraciado episodio hay un grave problema, y es que, al margen de su
controvertida relevancia penal, la mayoría de las maniobras financieras
privadas que han puesto a don Juan
Carlos bajo sospecha tienen notable apariencia de resultar ciertas. Y son
susceptibles de una rotunda censura ética aunque las hayan denunciado un
policía corrupto y una comisionista sentimentalmente despechada, personajes
turbios propios de una mediocre novela negra”. En Eldiario.es, Andrés Gil
cuenta que “la huida de Juan Carlos encadena tres generaciones seguidas de Borbones fuera de España”, y recalca lo
que todos sabemos: “Alfonso XIII acabó sus últimos años
de vida en Roma, donde su hijo Juan tuvo a Juan Carlos dos años después del
inicio de la Guerra Civil española. Y fue así no sólo por la huida de Alfonso
de una España que se había hecho republicana, sino porque Franco tampoco quiso
la ayuda de los Borbones en la Guerra Civil: el 1 de agosto de 1936 el general Mola despachó a un Juan de Borbón, que había cruzado la frontera francesa con camisa
azul para ponerse al servicio de los golpistas”. Los españoles, a mi entender,
merecemos mejor suerte.
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