martes, 11 de agosto de 2020

Los apodos en el toreo



Joaquín Herrera está hoy gracioso en El Correo de Andalucía al referirse a los apodos de los toreros. Y hace referencia a la revista  “El arte de los Toros”, publicada en Madrid entre los años 1896 y 1897. En aquella revista, Leopoldo Vázquez hizo una curiosa clasificación de apodos taurinos. Sigue contando Herrera que  “algunos de estos toreros coincidieron en un cartel en 1894. En La Lidia aparece con un comentario en verso simpático: De refilón. / Dice en un cartel que se fija / en la calle del  espejo: / Toros de Colmenar Viejo. / Matadores; Lagartijo, / Gallo, Lobito y Conejo. / Y uno que el anuncio ve / así murmura enseguida: / aseguro por mi fe, / que eso no es una corrida, / sino el arca de Noé”. Pues no digamos nada si hacemos referencia a los nombres de los toros que salen al ruedo. Algunos (Islero, Pocapena, Avispado…) ya han pasado a la Historia. Otros también, al haber sido indultados. La lista es tan larga que  se puede escalonar desde la A hasta la Z; es decir, desde Atrevido (de Osborne, de 486 kilos, lidiado en mayo de 1966 por Antoñete en Las Ventas) hasta Zancajoso (de Anastasio Martín, el primer toro al que se le perdonó la vida en la plaza de Sevilla después de tomar 33 varas. Ocurrió en 1861). Por cierto, la foto esperpéntica que aporto hace referencia a un festival taurino celebrado en los años 50, con motivo de las fiestas de San Agustín, en la vieja plaza de Toro (Zamora), construida en 1828. Ignoro si aquel "espada" en plaza de tercera sin enfermería tendría apodo en su cartel. Pero no cabe duda de que el valor se le suponía.

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