Me considero un ratón de hemeroteca. Entiendo que es
un vicio asequible. Me he llevado una grata sorpresa al repasar la Vanguardia (entonces se decía La
Vanguardia Española) correspondiente al domingo 25 de junio de 1950. Así,
en su página 7 aparecen tres artículos, no sabría cuál de ellos mejor, de Eugenio d’Ors,de César
González- Ruano yde Miguel Masriera. D’Ors titula el suyo “Del amaneramiento”; González- Ruano, “Teoría del gran pelmazo”; y Masriera, “¿Se acabó la Física?”. Por
gustarme,hasta me he relamido con los
anuncios del faldón inferior de esa página: Un ama de casa lanzando flit contra los insectos; la empresa Tarragona ( en la calle de Caspe, 23)
anunciando tornillería y correas trapezoidales; una academia donde se
preparaban exámenes de Estado (en la calle Balmes, 2); unimportante mayorista de bicicletas solicitando
un representante (Vergara, 11) y, finalmente, el doctor Ramón Capell se anunciaba como especialista en almorranas, fístulas
y enfermedades ano-rectales(Paseo de
Gracia,110). D’Ors, al referirse a las exposiciones que en Madrid organiza la Sociedad Española de Amigos del Arte,
hace referencia al amaneramiento y al estilo, donde sería necesario entenderse.
“Decimos que hay amaneramiento
-señalaba D’Ors- cuando una solución estilista ha descendido ya de su
originalidad primera, pero sin entrar todavía en la consagración del canon. En
la originalidad no hay todavía amaneramiento:
la cosa es clara. Pero en el canon no hay ya amaneramiento: esta es una idea que nos importa adquirir. ‘Maniera’ es una palabra italiana. Y ‘amaneramiento’ es una palabra española”.
Mantiene González-Ruano, magistral como siempre, que “el gran pelmazo es flor
de verano. En invierno, e incluso en primavera, el gran pelmazo está dormido
como un quelonio, que vive su letargo. Seriamente nos hemos preguntado muchas
veces: ¿Dónde se mete el gran pelmazo hasta que avanzado junio sale a la
superficie urbana cada día, desde por la mañana dispuesto a beberse toda la
paciencia del desgraciado que cae en su tenaces garras?”.Supongo que en la mesa
de cafetín de “Teide” observaría a
infinidad de pelmazos pululando a su alrededor como moscas cojoneras. En “Teide”
el camarero le guardaba pluma de untar en tinteroy un paquete de holandesas, cuyo convoy se lo
entregaba a González-Ruano cuando éste se lo demandaba para escribir sus
artículos diarios, siempre de gran originalidad. Miguel Masriera i Rubio
químico y profesor en la Universidad de Barcelona era pariente de orfebres y de
excelentes pintores, y estaba por completo dedicado a la docencia. Llegó a escribir
en La Vanguardia cerca de 1.200
artículos de divulgación científica, el primero de ellos el 26 de febrero de
1921 y el último poco antes de su fallecimiento, el 22 de agosto de 1981. El
último de sus artículos apareció en La
Vanguardia el 8 de julio de ese año. Se titulaba “La búsqueda de lo absoluto: uncientífico habla de arte”.
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