miércoles, 5 de agosto de 2020

La zarza ardiente


Un tal Salvador Sostres, en el diario ABC suelta hoy, en su artículo “El Rey”, un rosario de sandeces de muy difícil manejo para las entendederas del lector. Señala ese columnista, por llamarle de alguna manera, que “los reyes, como los papas, no tienen que ver con los hombres sino con Dios. Es estúpido juzgar a los monarcas con criterios terrenales y además no sirve de nada”. ¡Chupa del frasco! Sigue diciendo: “Un rey no nos representa a nosotros sino a Dios. Su idioma es el de la eternidad y es nuestra tarea de mortales tratar con devoción de traducirlo, de descifrarlo, aun sabiendo que el intento no va poder librarse de nuestra natural imperfección”. (…) “A un rey se le defiende con el furor de los siglos, con las catedrales, con la sangre derramada en las batallas que establecieron las naciones y dibujaron los mapas; y tal como es poco sólido perder la Fe ante las victorias del Mal o los accidentes de tráfico, no es serio cuestionar a un rey por los regalos de un amigo o por los chismes de una cortesana. Un rey es el vínculo más atávico entre el hombre y Dios, el hilo retomado de la Creación en la Tierra, y es el deber de sus súbditos respetarlo, obedecerlo y custodiarlo hasta que Dios lo llame de vuelta a su regazo”. En fin, yo no sé qué es lo que se fuma este hombre antes de ponerse a escribir idioteces. Pero tan culpable es él como Bieito Rubido, director de ABC, al permitir la publicación de esas perlas cultivadas impropias de ser trasladadas a un diario serio y con 117 años de historia. Respeto la libertad de expresión hablada y escrita. Pero comparar al rey Juan Carlos con Moisés aferrado a las Tablas de la Ley en el monte Sinaí, qué quieren que les diga, me parece el libreto de una opereta chusca. Salvador Sostres está empeñado, según parece, de hacer una versión corregida y aumentada de la Torá. ¡Jodo, qué lío!

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