Un tal Salvador
Sostres, en el diario ABC suelta hoy,
en su artículo “El Rey”, un rosario de
sandeces de muy difícil manejo para las entendederas del lector. Señala ese columnista,
por llamarle de alguna manera, que “los reyes, como los papas, no tienen que
ver con los hombres sino con Dios. Es estúpido juzgar a los monarcas con
criterios terrenales y además no sirve de nada”. ¡Chupa del frasco! Sigue
diciendo: “Un rey no nos representa a nosotros sino a
Dios. Su idioma es el de la eternidad y es nuestra tarea de mortales tratar con
devoción de traducirlo, de descifrarlo, aun sabiendo que el intento no va poder
librarse de nuestra natural imperfección”. (…) “A un
rey se le defiende con el furor de los siglos, con las catedrales, con la
sangre derramada en las batallas que establecieron las naciones y dibujaron los
mapas; y tal como es poco sólido perder la Fe ante las victorias del Mal o los
accidentes de tráfico, no es serio cuestionar a un rey por los regalos de un
amigo o por los chismes de una cortesana. Un rey es el vínculo más atávico
entre el hombre y Dios, el hilo retomado de la Creación en la Tierra, y es el
deber de sus súbditos respetarlo, obedecerlo y custodiarlo hasta que Dios lo
llame de vuelta a su regazo”. En fin, yo no sé qué es lo que se fuma
este hombre antes de ponerse a escribir idioteces. Pero tan culpable es él como
Bieito Rubido, director de ABC, al permitir la publicación de esas
perlas cultivadas impropias de ser trasladadas a un diario serio y con 117 años
de historia. Respeto la libertad de expresión hablada y escrita. Pero comparar
al rey Juan Carlos con Moisés aferrado a las Tablas de la Ley en el monte Sinaí, qué
quieren que les diga, me parece el libreto de una opereta chusca. Salvador Sostres
está empeñado, según parece, de hacer una versión corregida y aumentada de la
Torá. ¡Jodo, qué lío!
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