Leo en Diario de Teruel
el último artículo de su director, Chema
López Juderías, correspondiente al pasado 18 de agosto. En ese trabajo, “Buenos propósitos”, Chema López señala
algo que todos conocemos: “2020 está
siendo una mierda”, y añade que “en marzo, cuando tuvimos que quedarnos en
casa, el mundo se llenó de mensajes positivos, diciendo que esto nos iba a
hacer más fuertes y que nos iba a cambiar -para mejor- como sociedad”. Y ha
descubierto Chema López, como hemos descubierto casi todos los ciudadanos, que
nada ha cambiado, salvo la salud de muchos, que ha empeorado, y la economía de
la inmensa mayoría de los españoles, que está al borde de irse al carajo de la
vela. Pero ahora, a punto de comenzar septiembre, siguen activos además de esos
letales microorganismos, “los egoístas, los rencorosos, los cenizos y los
idiotas de manual, que siguen siendo egoístas, rencorosos, cenizos e idiotas de
manual desde que se levantan hasta que se acuestan, y no hay virus que los
cambie”. Cierto. Aquí ya no cabe un tonto más.
Y esos tipos afectados de idiocia que creen estar en poder de la cuerda
de trenzado es evidente que tampoco constan, según Camilo J.Cela, en el Diccionario
crítico-etimológico documentado en el Fuero
de Guadalajara de 1219, ni en los anteriores Fueros de Zorita de los Canes de 1180, ni en el Fuero de Cuenca de 1189, ni en el Fuero de Madrid de 1202. En todos ellos
se hace referencia a los cornudos (donde hay diversas clases y especímenes) pero
no a los tontos de capirote, que son legión y contra los que no existe vacuna
eficaz. El pasado domingo, 16 de agosto, se reunieron en Madrid cerca de 3.000
ciudadanos para cuestionar la existencia de la pandemias y la necesidad del uso
de mascarillas; y calificando de “farsa” lo esa turba consideraba “recorte de
libertades”. Y todas esas cosas las dijo en un manifiesto leído el escritor y
político ecologista Estaban Cabal.
En días anteriores Miguel Bosé
apoyaba esa manifestación, aunque ese imitador del capitán Araña no acudiera finalmente a la concentración. El capitán
Araña no es un invento del TBO.
Existió. El periodista José Apezarena
lo describía muy bien en su blog
(octubre 1017) en un trabajo que tituló “Marcarse un Ada Colau”, donde describía
la habilidad de la alcaldesa de Barcelona, Ada
Colau, para nadar y guardar la ropa. Contaba Apezarena que “a finales del siglo XVIII existió un capitán
llamado Arana o Aranha, vasco o portugués, según tuviera un apellido u otro, que se
dedicaba al reclutamiento de marinería y tropa para sofocar las rebeliones en
las colonias españolas de América. Con un pico de oro causaba sensación en las
tabernas portuarias y en las plazas proclamando la gloria y riquezas que
aguardaban a quienes se enrolasen. Consiguió fletar decenas de barcos pero
nunca se subió a ninguno porque, llegada la hora, se desvanecía como un
fantasma”. Ahora dice la ministra Celaá que
este curso se debería llevar a los educandos al colegio en bicicleta. ¡Agárrame
esa mosca por el rabo!
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