Estacazo al tentetieso

 

Esa previsión del Gobierno de obligar a pagar un peaje por el uso de las autovías españolas cuando no existe una carretera alternativa en el mismo trayecto se me antoja como algo insólito y que está fuera de lugar. Porque ya puestos, supongamos el trayecto entre Zaragoza y Madrid, también se le podría ocurrir al Gobierno obligar a abonar a transportes de mercancías, autobuses de línea y coches particulares una indemnización consistente en un canon suplementario de coincidencia con la línea férrea que cubre ese itinerario, en evitación de que RENFE pudiese tener un quebranto en su facturación; o sea, un falso lucro cesante. Esto es de locos. Primero desaparecieron los convoyes convencionales a mayor gloria del AVE. Después, estacazo y tentetieso por el uso de autovías. He dicho tentetieso y he dicho bien, porque me refiero a aquel muñeco que volvía siempre a su posición vertical cuando se le tumbaba. No queda otra que aguantarse y el derecho al pataleo, esa vana actitud de protesta del que se siente defraudado. ¿Acaso no pagamos los ciudadanos ya unos abultados impuestos al Estado? Porque, a este paso, nos cobrarán hasta por circular como peatones por las aceras por lo que conlleva de desgaste de suelo público, o establecerán un canon de las compañías eléctricas (aprovechando que hay un rabo de  exministros como consejeros dominicales en  Endesa e Iberdrola) por el hecho de llevar una dinamo en la bicicleta, o una gabela de lo que sea, que ya le pondrán nombre, por sentarte en un banco público, o por colocarte en verano debajo de un plátano de sombra para leer la prensa mientras escuchas en las ramas el trino del alcaudón.