Primero fueron los gorriones, cuya población en la Península ha disminuido considerablemente. Ahora le toca el turno a las lagartijas de Ibiza, sobre la que los expertos señalan que se extinguirán en los próximos nueve años como consecuencia de la importación de olivos ornamentales procedentes de la Península que han llegado con culebras de herradura agazapadas entre sus troncos. En la naturaleza siempre se impone la ley del más fuerte. Nos estamos enfrentando a la sexta o séptima (que ya he perdido la cuenta) extinción masiva, entre otras cosas por el derretimiento de los polos, la deforestación de los bosques, las erupciones de los volcanes, la contaminación de los océanos y del aire, el aumento de los plaguicidas y la importación de animales y plantas exóticas fuera de control. Según datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, aproximadamente 5.200 especies de animales se encuentran en peligro de extinción, es decir, el 11% de las aves, el 20% de los reptiles, el 34% de los peces y 25% de los anfibios y mamíferos. Algo habrá que hacer para modificar esa tendencia. Ya dice la Ley de Murphy que si algo puede salir mal, saldrá mal. No sé, no sé.
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