domingo, 2 de mayo de 2021

Un banquete para el recuerdo

 



L
os días de fiesta siempre tengo la ocurrencia de revisar viejos cajones, o montañas de papeles llenos de polvo. A veces encuentro cosas que ni recordaba que las tenía, sobre todo fotos o revistas viejas que hace tiempo dejaron de editarse, como un ejemplar de “Menos 15” que dirigía Manuel Losilla, en la que José Luis Trasobares escribía que “la buhardilla estaba en la calle de Flandro, en una casa vieja cuya escalera olía a meada de gato”, y José Carlos Mainer contaba que “los jóvenes de los años cuarenta apenas pudieron serlo y menos en España. Eran hombres y mujeres precoces. Ninguno de ellos ha conocido un atuendo específico de su condición de joven. Al final de su adolescencia, les esperaba el novio formal o, en caso de los varones, la espera nerviosa en el pasillo de un burdel”. Joder, Mainar, ¡qué cosas decías…! Lo que en principio pretendía era hacer era limpieza de “reliquias” que a nada conducen. Pero al final no tiro nada al cubo de la basura y vuelvo a dejar las cosas en su sitio como estaban, como el pájaro duerme en las ramas, como el arpa becqueriano. Sólo he rescatado del olvido una cartulina plegada donde a modo de tapa hay una foto sepia de la vieja azucarera de Luceni en plena molienda y despidiendo más vapor que una vieja locomotora Fives-Lille. Se trata de una cena celebrada en el restaurante “El Cachirulo” el 17 de diciembre de 1979 y presidida por el entonces presidente del Grupo Francisco Javier Lozano Bergua con motivo de la celebración del sexagésimo séptimo aniversario de la Azucarera del Ebro, que fue la madre del Grupo Ebro. Todo empezó en 1911 en Zaragoza, cuando un grupo de emprendedores secundaron la iniciativa de Leopoldo Lewin Auser (fundador del Banco de Aragón en 1910) creando una azucarera en las riberas del Ebro, en Luceni, con un capital de 4.000.000 de pesetas. Su primera campaña comenzó el 29 de octubre de 1912. En aquella campaña inicial se molturaron 41.900 toneladas de remolacha de las que se obtuvieron 5.974 toneladas de azúcar. La fábrica se cerró definitivamente en 1984. Tras su desmantelamiento, sus terrenos fueron adquiridos por la empresa Puerto Seco Santander. El menú de aquella cena fue el siguiente: “Aperitivos. Migas con huevos. Ternasco asado. Natillas. Café. Licores. Vinos rosados y tintos ‘Viña Oria’, D.O. Cariñena”.

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