sábado, 11 de septiembre de 2021

Bar Garrido: vino peleón, tomates crudos y sardinas en tabal

 


Con ocasión de la festividad de santa Marta, patrona de la Hostelería, se editó en Calatayud  un cuadernillo en 2016 por parte de la Asociación Torre Albarrana que tituló “Un paseo de bares”. En la portada de aquel cuadernillo aparecía Magritas, pintado por Melendo y que durante mucho tiempo presidió la pared de  la barra del bar La Unión, más conocido como La Roya, denominación que se daba a la casa de comidas que esta familia tenía anteriormente en el piso superior. “El responsable de aquella apertura -según señala el cuadernillo- fue uno de los once hijos de la rubia fundadora de La Roya, Juan Vela, a quien muy bien se le puede considerar la piedra angular del tapeo bilbilitano y con quien se formaron muchos de los mejores hosteleros. Deliciosos los productos de temporada: los rebollones o las setas, y otras raciones de productos que no se podrían ofrecer en estos momentos, como los pajarillos fritos o los cangrejos de río recién traídos de Cimballa o de otros pueblos de la zona del Monasterio de Piedra en sacos de arpillera. Más tarde, abrió sucursales”.  Pues bien, casi al principio he podido leer: “Al comienzo de la vecina calle de san Antón, se localizaban también diversos antros y tabernas, con alguna especialidad poco elaborada en lo que a cocina se refiere, como las sardinicas del bar Garrido, donde, además de un buen moscatel, se podía encontrar la típica fauna enológica. Lo regentaba el señor Aurelio, apodado Patas Cortas y Zamorano”, que solía frecuentar mi añorado  amigo Pedro Montón, junto al cutre bar Forniés, donde los jovenzuelos iban a diario a echar partidas de futbolín; y no lejos de la Fonda Martín, también conocida como La Guarra, que servía comidas a precio económico, más tarde acreditado como Posada de san Antón y que pasados los años transformó en el flamante Mesón de la Dolores, que dispone hasta de un baúl de la Piquer, que buscó y encontró en 2005 su hija Concha Márquez en una propiedad familiar de Segovia. En agradecimiento, el Ayuntamiento de Calatayud le ofreció, y ella aceptó, ser la pregonera de las fiestas de septiembre al año siguiente.

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