martes, 21 de septiembre de 2021

Otoño

 


Mañana, 22 de septiembre, comienza en el hemisferio norte el equinoccio de otoño a las 21 horas y 21 minutos, hora peninsular, algo que se produce por convenio, es decir, cuando el centro del Sol, visto desde la Tierra, cruza el ecuador celeste en su movimiento aparente hacia el sur. Hay ocasiones en las que el otoño se retrasa hasta tres días, como sucedió en 1931. Se caen las hojas de los árboles, el suelo de las aceras se torna marrón  y emigran las golondrinas, los aviones y los vencejos, esas aves tan elegantes que siempre visten de esmoquin, a terrenos más cálidos. Hay gente que las confunde, no son iguales. El vencejo es negro con forma de bumerán; el avión tiene el vientre blanco, las alas más rectas y la cola poco ahorquillada; y la golondrina también tiene el pecho blanco, pero la cola es más ahorquillada que la del avión y está dotada de  una mancha roja en la garganta. Los vencejos vuelan más altos, los aviones a media altura y las golondrinas tienen un vuelo más rasante. Pero existen otros aviones, los que van  por encima de las nubes ayudados con potentes motores, los aviones sin motor, y los aviones de papel, que tanto me gusta hacer con las hojas de calendario que retiro del taco cada noche. Lanzarlos por la ventana y verlos planear hasta aterrizar en la acera o en medio de la calzada suele ser la última imagen que tengo antes de cerrar el balcón y meterme en la cama. Sí, mañana comienza el otoño y pronto llegará la hora de octubre, con un cucurucho de castañas asadas calentándonos las manos,  cierzo en los cristales y con un trisar golondrinesco distante, como de voz de cuplé de Preciosilla en disco de pizarra, sobre un cielo encapotado, palpitando.

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