viernes, 24 de septiembre de 2021

Una noche en la ópera

 

Mientras el volcán Cumbre Vieja de La Palma seguía rugiendo, escupiendo lava y dejando a muchos palmeros con el culo al aire, el Teatro Real de Madrid ponía en escena la jocosa  Cenerentola”, obra en dos actos que dura cerca de tres horas, compuesta en sólo tres semanas por Rossini  en 1816 con libreto de Jacopo Ferretti, y que también retransmitía RTVE. La ópera está basada en el relato “La Cenicienta”, un viejo cuento principesco en la que aparece una joven, hija de un rico comerciante, a la que todos los animalitos la querían mucho, especialmente dos ratoncitos llamados  Gus y Jap; y que, muerto su padre, ella, Angelina hubo de sufrir el despótico carácter de su madrastra, el ninguneo de sus dos hermanastras y la prueba de fuego de la zapatilla de cristal. En la adaptación del noruego Stefan Herheim ofrecida ayer en el Teatro Real todo comienza con un escenario oscuro donde aparece en escena una mujer de la limpieza reduciendo el charco producido por una gotera. Le cae un libro de lo alto del escenario con el cuento que ha de protagonizar. Las luces se amplían y aparece  Rossini (en un cameo) colgado de una nube. Por una chimenea del fondo entrará la limpiadora para salir convertida en la protagonista.  La madre del jefe del Estado, Sofía de Grecia, presidió el acto en el palco real representando a los reyes, que se encontraban en la isla de La Palma. En el cronicón de la prensa [La Vanguardia] he podido leer que “hubo una nutrida presencia de patronos, políticos, embajadores y presidentes de empresas del Ibex 35 y grupos de comunicación, aunque se echó de menos a la asidua Meritxell Batet, presidenta del Congreso. El ministro Iceta, que había viajado dos veces en dos días consecutivos a Barcelona, se estrenaba como patrono del teatro y no faltaron otras dos ministras, Reyes Maroto de Industria y Pilar Llop de Justicia. También se pudo ver al alcalde José Luis Martínez Almeida, a una reaparecida Carmen Calvo o al jefe de la oposición, Pablo Casado”. Y entre todos ellos, como las moscas alrededor de una tarta, empresarios, como digo, del Ibex35 sacando pecho, robando escena y entrando y saliendo de un imaginario arcón enorme, como los baúles de la Piquer, en un intento de poder aparecer  fotografiados en el papel couché de las revistas de la bragueta, como en el camarote de los Hermanos Marx. Mientras, en el Liceo de Barcelona se inauguraba temporada con la sátira cómica “Ariadne auf  Naxos”, de Richard Strauss; y en la isla de Cerdeña Puigdemont era detenido en el aeropuerto esa misma noche por orden de Manuel Marchena, juez instructor de la causa del procés en el Tribunal Supremo. Y todo, la víspera de la Mercé.

 

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