viernes, 22 de octubre de 2021

"Endegenerando", como decía Belmonte

 

La mayoría de nuestros respetables ancianos necesitan el uso de bastón para ayudarse a caminar. Pero ello no quiere decir que esos entrañables abuelos sean unos imbéciles. Nada de eso. Lo digo porque imbécil viene de im (con) y baculus (bastón)  y se usaba para señalar a aquellos que necesitaban apoyo para andar. Su sentido inicial fue deslizándose por otros derroteros, como fue pretender hacerlo equivalente a pusilánime, cobarde o apocado.  Y en ese deslizamiento por la senda de lo estúpido, en el siglo XVII se acomodó la imbecilidad como señal clara de debilidad mental y carencia de inteligencia. Imbecillis (en latín), referido, como digo, a aquellos que necesitaban de bastón para caminar terminó por tener un uso más peyorativo, en un insulto. Todo ello me recuerda la anécdota, que ya he contado en alguna ocasión, de Juan Belmonte sobre la ascendente carrera de uno de sus banderilleros, Joaquín Miranda, poco después de terminada la Guerra Civil, cuando aquel subalterno y miembro de su cuadrilla llegó a ser nombrado gobernador civil de Huelva. Por cierto, de mal recuerdo para muchos onubenses por la represión ejercida por él en aquella provincia andaluza,  que daría para un libro. En cierta ocasión,como digo, Belmonte acudió con un amigo a un festival benéfico que presidía el antiguo banderillero. Ese amigo, extrañado de ver a Miranda en el palco, le preguntó a Belmonte: “Don Juan, ¿es verdad que ese señor gobernador ha sido banderillero suyo?”. Belmonte le respondió: “Sí”. Y el amigo le volvió a preguntar: “¿Y cómo se puede llegar de banderillero a gobernador civil tan rápido?”. Belmonte, muy serio, zanjó la cuestión: “¿Po…po…po cómo va a ser? de…de…endegenerando, de…de…endegenerando”. Algo parecido aconteció con la palabra imbécil, que terminó perdiendo su sentido originario. Ha sucedido con otras palabras, tales como hortera o raquero, y con todas las palabras y apellidos que llevan la “uve doble”, que se pronuncia como /u/, o como /gu/ cuando forman diptongo con la vocal siguiente en las palabras de origen inglés, algo que no sucede con el alemán. En ese sentido, la RAE señala que en castellano cada letra tiene un solo nombre. Al referirse a cierto personaje al que Miguel de Unamuno tenía considerado como pedante y con pocas luces, un amigo le comentó durante uno de sus habituales paseos salmantinos por la carretera de Zamora que aquel hombre era muy inteligente, que hasta sabía inglés. Y Unamuno (que había estudiado danés para poder traducir libros de Kierkegaard, padre del Existencialismo) le respondió tajante: “Entonces es tonto en inglés”. Dicho eso, continuaron caminando silentes. Ya lo dijo Manolete: "Mejor se está sin decir ná".

 

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