martes, 5 de octubre de 2021

Palos

 


Palos viene del latín palus y significa laguna. La confusión de Palos de la Frontera con Palos de Moguer, ambos municipios de Huelva viene de muy antiguo, de mediados del siglo XVI, cuando los cronistas del descubrimiento de América, Gonzalo Fernández de Oviedo y Francisco López de Gómara, autor este último de “Historia General de las Indias”, entendieron que ambas poblaciones constituían un solo municipio. Dos siglos antes, Alfonso XI de Castilla había donado el territorio en 1322 y que más tarde conformaría el pueblo de Palos a Alonso Carro y Berenguela Gómez tras la conquista de Niebla. Fue allí donde se ubicó el monasterio de La Rábida, donde Cristóbal Colón encontró los recursos necesarios,  la marinería (la mayoría de ellos palermos condenados a servir a la Corona) y los beneficios de la Real Provisión, que ordenaba la entrega de dos carabelas, para emprender su primer viaje por el Océano Atlántico con un presupuesto inicial de millón y medio de maravedíes. Ya se contaba con las tres naos: la rebautizada “Santa María” (no confundir con la “Marigalante”, de sus segundo viaje), que por aquellos días recalaba en Palos con el nombre de “La Gallega”, propiedad de Juan de la Cosa y construida en Santoña; la “Pintá” o “Pinta”, construida en Palos y propiedad de los palermos Cristóbal Quintero y Gómez Rascón, capitaneada por Martín Alonso; y la “Niña”, también construida en Moguer,  perteneciente a Juan Niño, aun que su nombre oficial fuese el de “Santa Clara”,  capitaneada por Vicente Yañez. Al poco de haber zarpado, se dieron cuenta de la necesidad de tener que cambiar los aparejos latinos de  la “Pinta” por aparejos redondos, lo que les obligo a tener que  recalar en Canarias. Y ahí comenzó una aventura que terminó en el desembarco en la isla de Guanahaní, en el archipiélago de las Lucayas (Bahamas), aunque  National Geographic Society apuntó en 1986 que la isla avistada por Rodrigo de Triana fue Cayo Samaná, una isla alargada y deshabitada de 16 kilómetros de largo y tres y medio de ancho. A Rodrigo de Triana se le recompensó con 10.000 maravedíes por parte de la Corona de Castilla y con un jubón de seda por parte de Colón. Como decía al principio la confusión de Palos de la Frontera con Palos de Moguer se ha mantenido hasta hace poco tiempo tanto en los libros de texto como en una calle y una estación de metro en el barrio madrileño de Arganzuela desde 1947. Es un fallo toponímico que ahora se pretende subsanar. En Moguer escribió Juan Ramón Jiménez “Platero y yo” (1914, Ediciones de la Lectura, 136 páginas). Según Juan Ramón: “Moguer es igual que un pan de trigo, blanco por dentro como el migajón, y dorado entorno -¡oh sol moreno!- como la blanda corteza”.

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