En cierta ocasión, Rappel aseguró a Bertín
Osborne que según las marcas del pezón, pueden verse cosas de su vida.
Rappel, que no se llama Rappel sino Rafael
Francisco Payá Pinilla, es un hombre extravagante siempre vestido con
túnicas y pelo recogido en coleta. A mí eso de las videncias de los videntes me
causa una cierta necesidad de tocar madera. Ello viene a cuento con un artículo
de Luis Ventoso, hoy en El Debate donde, al hacer referencia a Nadia Calviño, cuenta que “sus
predicciones rondan la precisión de Rappel y en sus peleas con el socio
comunista acaba siempre derrotada”. Calviño no está afiliada al PSOE ni a ningún
otro partido y más que otra cosa es una burócrata que siempre se ha desenvuelto
con la agilidad de una trucha en el río Ucero en los despachos europeos
(2006-2018), llegando a ser directora de Presupuestos de la UE. La que hoy es vicepresidenta primeradel Gobierno, en su día señaló a los medios
que las consecuencias del coronavirus en España serían “poco significativas y
transitorias”. Se cubrió de gloria en sus predicciones. Como recuerda hoy
Ventoso, “acabó en una caída del PIB español de un 10,8 %, el mayor batacazo de
toda la OCDE”. Y yo añado: la inflación en España sin haber terminado octubre
ya es del 5,5%. Quizás a Nadia Calviño habría que ponerle una túnica con muchos
destellos, como la que suele llevar Rappel en sus videncias teatralizadas, para
que hiciese previsiones del tiempo por
medio de cabañuelas, o de las témporas, con solo observar si el gallo canta al alba,
si los gatos saltan, si las hormigas aladas aparecen, si crujen los muebles, o si
el hollín cae de las chimeneas y se derrumba sobre la chapa del hogar. Porque en
previsiones económicas, Nadia Calviño no da una en el clavo. Ya veremos cómo
defiende unos Presupuestos no natosque ya cuentan con cinco enmiendas a la
totalidad y que llevan camino de que les ocurra lo que a los gatos calabaceros
nacidos por esta época del año (los de Quinto de Ebro señalan a los gatos
nacidos en agosto) y que son de complicada
supervivencia. Lo cierto es que los españoles estamos cada día más empobrecidos
y la galopante inflación sobrevenida agudiza el problema. Pero no pasa nada. Garzón pretende ahora quitar el
chocolate al loro; o sea, suprimir las chucherías a los niños para que tengan
una dieta más equilibrada. La capa de Supermán
con la que Calviño volará del laberinto al treinta y del treinta al laberinto
al estilo del juego de la Oca conseguirá que se obre un milagro que no puede
explicarse todavía por las leyes de la Economía.
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