martes, 19 de octubre de 2021

De astracanada, nada

 


En una ocasión le preguntaron a Pedro Muñoz Seca sobre los cincos personajes más importantes de la literatura española. En un momento el dramaturgo dijo: “Don Miguel de Unam-uno; Benito Pérez Gal-dós; Miguel de Cervan-tres; Luca de Tena, don Tor-cuatro; y Benavente, don Ja-cinco”. Reconozco que el inventor de la astracanada tenía su gracia. Ello viene a cuento con lo que hoy he leído en El Debate, que dirige Bieito Rubido, anterior director del diario ABC. Se trata de unos versos de pie quebrado del nieto de don Pedro,  Alfonso Ussía, en los que pone como chupa de dómine a la ministra de Igualdad. Recuerdo al lector que la chupa era una chaqueta corta y ajustada en la cadera, pero en el siglo XVIII el Diccionario de Autoridades la definía como una especie de guardapolvos para proteger la ropa. Dómine hace referencia a los maestros de latín de aquella época, según llamaban los alumnos a su profesor, que solía ir vestido de forma desastrada y extravagante, con  sotana larga llena de lamparones y tocado de bonete. En El buscón, Francisco de Quevedo describe al dómine Cabra y, a propósito de la sotana, señala: “La sotana, según decían algunos, era milagrosa, porque no se sabía de qué color era. Unos, viéndola tan sin pelo, la tenían por de cuero de rana; otros decían que era ilusión; desde cerca parecía negra, y desde lejos entre azul. Llevábala sin ceñidor; no traía cuello ni puños”. Pues bien, Alfonso Ussía, hoy, saca los piés del tiesto y dedica,  cito textual,  “un poema de versos capados o de cabo corto dedicados a nuestra Indispensable Ministra de Igualdad”. Juzgue el lector:“Ayer, día soleá-./ En el chalé de Monté-/ de la urba en La Navá-,/ a dos pasos de la sié-/ dicha de Navacerrá-/ Irene convido a tó-/ sus amigos y asesó-/ del partido podemí-/ a una rica barbacó-/ de chuletas y salchí-,/ de solomillos, de ló-/ de costillas y chorí-./ Estaba Irene estupén-/ con su chándal de domín-,/encantada y sonrién-/ entre todos los compín-,/ aunque Pablo estaba ausén-/por culpa de la Vestrín-./ Pero estaba la Niñé-,/ Echenique, Isabel Sé-,/tres binarios, diez mari-,/ dos que se han hecho mujé-,/dos mujeres masculí-,/ y el diputado Rodrí-,/ que ha condenado el Supré-/ por patear a un policí-/…,etcétera. Alfonso Ussía, a mi entender, practica con su acostumbrada falta de educación un acendrado odio africano a todo aquello que no se ajusta a su talante fascistoide, al tiempo que expresa un tremendo desprecio de sexo (diez marí, dos que se han hecho mujé, dos mujeres masculí). Ussía ha aplicado en su trabajo de hoy (poema de cabo roto, con los versos truncados a partir de la última sílaba acentuada) algo vulgar, bastante utilizado en el siglo XVII. Cervantes utiliza ese tipo de rima truncada en la voz de la persona de Urganda, la maga protectora de Amadís de Gaula, que aconseja a Don Quijote que “se junte con los buenos y no con los esnobistas pretenciosos”. Urganda, además, le recomienda a Cervantes “no pecar por indiscretos hieroglíficos que luego le hagan quedar en ridículo; no afectar una erudición que no tiene y que sería criticada; no fisgar en las vidas ajenas, no sea que acaben dándole de coscorrones, porque a nadie le faltan debilidades, y los dardos pueden volverse contra uno mismo: el escritor debe andarse con tiento y dejarse de frivolidades”. Comienzan los versos:No te metas en dibú-, /ni en saber vidas ajé-, / que en lo que no va ni vié-/ pasar de largo es cordú-…”.

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