lunes, 4 de octubre de 2021
El caimán sale de su escondrijo
El 26 de marzo de 2020 en Diario Progresista aparecía un artículo
de Antonio Miguel Carmona, “Alfonso Ussía, el último caricato” cuya
lectura me produjo estupor y una cierta disminución
de capacidad de respuesta a los estímulos. Era la primera batalla cuerpo a
cuerpo y a bayoneta calada entre un profesor de Economía (con dilatada
trayectoria política en la Asamblea de Madrid y en el Ayuntamiento de esa
capital, en la actualidad propuesto para la vicepresidencia de Iberdrola España, que preside Francisco
Cércoles) y un columnista de opinión, Alfonso
Ussía, por aquellos días cesante en su columna de La Razón tras un enfrentamiento con el director de ese medio, Francisco Marhuenda. Hubo un precedente
que sirvió de estopín a la carga de proyección en aquel rifirrafe. Así lo
describía Carmona: “Dentro del debate y la polémica de los cambios de nombre de
las calles de Madrid, comenté a Manuela
Carmena, entonces alcaldesa, que el nombre del dramaturgo Muñoz Seca, vilmente asesinado, debía
permanecer en nuestro callejero. Para un buen amigo, el imbécil de Alfonso
Ussía, como le llaman en alguna redacción, el nieto de don Pedro, me dedicó un artículo insultante de esos que, si
interpongo querella, la indemnización no sería corta”. Pero Ussía, que no se
llama Alfonso sino Ildefonso, en vez
de defender la postura de Antonio Miguel Carmona en defensa de su abuelo, se
hizo un lío y cargó sus tintas contra éste de manera sorpresiva e
incomprensible al tiempo que defendía la
prudencia de la alcaldesa. No se entiende. Pues bien, ahora Ussía ha vuelto a
abandonar el dique seco de su condición de cesante en los medios de
comunicación aprovechado no ya que el Miño pasa por Lugo, sino que ha sido contratado
por Bieito Rubido en el “renacido” El Debate,
impulsado por Herrera Oria en 1910 y
que publicó su último número en papel en julio de 1936, al inicio de la Guerra
Civil. Y en ese diario renacido el pasado día 1 de octubre en el número 3 de la
madrileña calle de Magallanes puedo leer su columna, también su estilo de provocar, cuatro días más tarde en edición
digital, es decir, hoy, “Iberdrolo”,
firmado por Alfonso Ussía, donde la mala baba de ese columnista ha vuelto a
aparecerse en la pantalla de mi monitor como un mal sueño, donde he vuelto a percibir una rabia contenida
del columnista sólo comparable a la violenta actividad explosiva del volcán de Cumbre Vieja, en la isla de La
Palma. El caimán, aunque lo acaricies, muerde con saña. Los viejos rencores,
como los ríos de lava que escupen los volcanes en erupción, no se amainan ni
procesionando santos.
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