domingo, 10 de octubre de 2021

Busilis

 
Esa palabreja recuerdo haberla leído en la leyenda “Maese Pérez el organista”, de Gustavo Adolfo Bécquer, cuando una sevillana en plena Misa de Gallo en el convento de santa Inés, al escuchar los sonidos del órgano entendió que aquellas notas salidas de sus tubos de plomo nada tenían que ver con el maleducado organista, sustituto del fallecido, que en aquellos momentos manejaba el teclado. Fue entonces cuando aquella vecina comentó: “Sospecho que aquí hay busilis”. Un año después de la muerte de maese Pérez hizo sonar el órgano su hija en Nochebuena. “En el momento de la consagración –detalla la leyenda becqueriana- sonó el órgano, y al mismo tiempo que el órgano un grito de la hija de maese Pérez...”. La hija se había levantado del banquillo y el órgano seguía tocando. El busilis era sin duda el alma de su padre. En su etimología, la palabra busilis proviene del latín “in diēbus illis”, que traducido quiere decir “en aquellos días”. Según la RAE, la palabra busilis está aceptada como de lenguaje coloquial y la define como “punto en que estriba la dificultad del asunto de que se trata”. La leyenda becqueriana “Maese Pérez el organista” con el subtítulo de “leyenda sevillana” apareció en las páginas de “El Contemporáneo” los días 27 y 29 de diciembre de 1861, en la sección de “Variedades”. Bécquer tenía entonces 25 años. En el convento de Santa Inés está enterrada su fundadora, María Coronel, descendiente de Guzmán  el Bueno. Se cuenta que antes de refugiarse en el convento de las clarisas estuvo casada con Juan de la Cerda y que se desfiguró la cara con aceite hirviendo en su deseo de dejar de ser acosada y secuestrada por Pedro I el Cruel. Una vez asesinado ese rey a manos de su hermano Enrique de Trastamara en Montiel, se le devolvieron a ella y a su hermana Aldonza los bienes incautados por Pedro I (que había ordenado ejecutar a su padre tiempo atrás). Con aquel dinero devuelto fundaron en el antiguo solar de la casa de su padre el convento de santa Inés, donde se trasladó en 1376 junto a las monjas del convento de santa Clara. Y allí vivió María Coronel hasta el día de su muerte, el 2 de diciembre de 1411 a los 77 años de edad, siendo enterrada en el coro del convento. Durante unas obras, en 1626, se la desenterró para trasladar sus restos a una urna en otro lugar del convento. Entonces se descubrió que su cuerpo estaba incorrupto.  Y así continúa. Se enseña a los fieles que visitan el convento de santa Inés cada 2 de diciembre.

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