lunes, 18 de octubre de 2021

Que cada palo aguante su vela


Particularmente me choca la noticia de la concentración en la Jefatura Superior de la Policía en Aragón en  repulsa por la agresión a agentes. Es evidente que la Policía Nacional tiene por misión defender y amparar al ciudadano que se siente desprotegido. Para eso paga sus impuestos en un Estado de derecho. Y en esa misión de defensa del ciudadano, en ocasiones el funcionario armado  sufre agresiones que incluso pueden llegar a la muerte. Pero no es la única profesión de riesgo. Estoy pensando en el albañil que se sube al andamio, el médico que debe atender a enfermos aquejados de padecimientos infecciosos, el viajante o camionero que se pasa el día en la carretera, o el taxista desprovisto de bastidor protector. Cada profesión tiene su riesgo. Hasta el oficinista teme que un día, cuando menos se lo espera, pueda recibir una carta de despido por encontrarse su empresa con unos balances descompensados. Cuando eso acontece, el riesgo de poder seguir viviendo con  una cierta dignidad se convierte, en ocasiones, en insoportable para el que lo sufre. De la misma manera, cuando un ciudadano  se va a Ávila para prepararse como agente de Policía es consciente de que su trabajo futuro no va a ser sencillo. Y lo acepta valorando pros y contras. Por eso digo que la concentración en la Jefatura Superior de Policía en repulsa por la agresión a agentes se me antoja  sorprendente y como sacada de un sainete de Arniches. Los que debiéramos concentrarnos con todo derecho, si acaso, somos los ciudadanos inermes ante el aumento de las estadísticas de delincuencia callejera, de robos en viviendas y de proliferación de bandas organizadas. No veo que eso suceda. El ciudadano, en general, es pacífico y respetuoso con la Ley. En consecuencia, con los debidos respetos hacia las fuerzas del Orden, que cada palo aguante su vela.

 

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