domingo, 18 de diciembre de 2022

Ayuso: la indecencia está servida

 


En ocasiones hay restaurantes que ponen encima de la mesa del comensal cosas que éste no ha pedido. Es Portugal acostumbran siempre a poner sobre la mesa un trozo de queso y pan. Pueden ocurrir dos cosas: que el comensal se lo coma o que lo devuelva. En el primero de los casos deberá abonarlo, en el segundo, no. Lo que aquí señalo viene a cuento con la picaresca de ciertos establecimientos hosteleros. Hoy leo en la prensa que un juzgado de  de Valladolid ha condenado a un restaurante de Almería a devolver a unos clientes 7 euros cobrados por unos trozos de pan que ellos no habían pedido y cuyo precio tampoco aparecía en la carta. España se ha convertido en un país de servicios. Existen más bares que perlas en el mar. Choca que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (que en su día se opuso a la subida del salario mínimo) haya sugerido que los clientes paguen con propinas, entre otras cosas, las clases extraescolares de los hijos de los camareros. De hecho, una campaña de la Consejería de Economía y Hacienda promueve esas gratificaciones, o sea, unas donaciones que no dejan de ser dinero negro. En esa campaña institucional de la Comunidad de Madrid se anima a los clientes, como digo, a que un camarero supuesto, al que llama Roberto, dando una sorpresa a Concha, su mujer, pueda pagar con las propinas “las clases de piano de su hija Elena como regalo de cumpleaños y las de otra hija, Sofía, para perfeccionar su inglés”. El consejero de Empleo, Javier Fernández-Lasquetty, debería intentar, si acaso, que los dueños de los establecimientos hosteleros pagasen más a los camareros a sus órdenes, para que estos cobrasen más sueldo por nómina, y recalco lo de la nómina por ser ahí donde se reflejan las correspondientes retenciones. Para que podamos hacernos una idea, según el convenio de Hostelería de Madrid el sueldo de un camarero ronda los 1.000 euros mensuales habida cuenta de que el precio medio de un alquiler de vivienda  de 80 metros cuadrados cuesta 1280 euros. España no es los Estados Unidos de América, donde la propina es un porcentaje de la cuenta que el cliente está obligado a pagar por ley. Cuando la propina se convierte en caridad se denigra a la profesión de quien la recibe. Díaz Ayuso, a mi entender, ha perdido el oremus con su zarrapastrosa gestión. Ningún madrileño debería entrar en su absurdo juego.

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