jueves, 15 de diciembre de 2022

Malversaciones

 


Es mucho el dinero gastado por las Autonomías en proyectos que han resultado fallidos. Entre ellos, el barco “Tizón” encargado por la Diputación de Toledo cuando estaba en manos del PP, allá por 2015. Probablemente aún podamos verlo atracado en Ribadeo. A los toledanos les costó la friolera de casi cuatrocientos mil euros aquella barca de Caronte, barquero de Hades. Su destino era navegar por el río Huso, afluente del Tajo, como atractivo turístico. El río Huso nace en los Montes de Toledo, recorre la comarca de La Jara y desemboca en el embalse de Azután. Cerca se encuentra la Ciudad de los Vascos (medina fundada por Abderramán III entre los años 930 y 950 d.C.) y por ahí discurre  la  vía verde de la Jara. Todo ello aparece descrito en el volumen IX, página 363, del “Diccionario geográfico-estadístico” de Pascual Madoz (1847). Aquel barco, como digo, fue un encargo durante la etapa de Arturo García-Tizón siendo presidente de la institución provincial para que navegara por el río Huso y el embalse de Azután, las únicas formas que contemplaba el proyecto del PP para acceder al yacimiento arqueológico de Ciudad de Vascos (en Navalmoralejo, cerca de Talavera), curiosamente en un río y un embalse en los que no es posible navegar ni con un balandro, según la propia Confederación Hidrográfica del Tajo y a cuyo proyecto se opuso frontalmente el grupo socialista de esa Institución al considerarlo como un despropósito. Posteriormente, el gobierno presidido por Álvaro Gutiérrez intentó poner el barco en venta al no lograrle sacar provecho y ser conocedor de que esa “aventura” habría costado a las arcas de la Diputación unas pérdidas de entre 100.000 y 400.000 euros anuales. Por si todo ello fuese poco, García-Tizón aprobó aquel proyecto saltándose a la torera la Ley de Contratos y sin  antes haber hecho un plan de viabilidad ni contemplar un solo euro para ese yacimiento arqueológico hispano-musulmán, tasado en seis millones de euros. En este año, 2022, se subastó por sexta vez el barco con capacidad para sesenta pasajeros, con una rebaja importante al desiertos los anteriores intentos. Pero es notorio que las malversaciones de dineros públicos son casi incontables: cientos de pabellones deportivos sembrados por la España vaciada, en lugares donde casi no quedan vecinos; aeropuertos fantasmas como el de Ciudad Real, convertido en aparcadero de aviones, o del de Castellón, de nula rentabilidad; o el Puerto Exterior de La Coruña, situado en Punta Lagosteira, un promontorio situado en el municipio de Arteijo a un tiro de piedra del ferrolano… La lista de los despropósitos es larga, tan larga como la cola del obispo colilargo, con perdón. La actual propuesta de rebaja en delitos de malversación sin ánimo de lucro contemplados en el artículo 432 del Código Penal, a propuesta del Gobierno que preside el inicuo Sánchez, me parece un error que solo favorecerá a la rufianesca. Margarita Robles, actual ministra de Defensa, destacó que “la regulación del delito de malvarsación es muy desigual, porque no es lo mismo el corrupto que se lleva el dinero a su bolsillo que el que aquel que no se lo lleva". Lo que no aclara Robles es qué sucede cuando el dinero público se lo lleva un amigo del corrupto. Porque, como decía el fraile Valeriano Ramírez de la Piscina (OSA) y natural de Gibaja (Cantabria) en referencia a la matanza del gorrino, “tanto peca el que mata como el que tira de la pata”. La actual ministra de Defensa, que además de ello es magistrada en situación de dama durmiente,  haría bien en dedicarse a lo suyo, es decir, al factor caqui. A veces sucede que los árboles no dejan ver el bosque.

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