jueves, 1 de diciembre de 2022

Chapurreau

 


El Diario de Teruel entrevista a Javier Giralt, presidente de la Academia Aragonesa de la Lengua, que lleva un año en su andadura. Giralt hizo una tesis doctoral sobre el habla de la comarca de La Litera y es profesor de Filología Catalana en la Universidad de Zaragoza. Leo atentamente la entrevista, donde Giralt reconoce que “existen reductos de aragonés en la zona pirenaica y de catalán en la zona oriental”, conocida como la Franja, y que “existe el peligro de que se aminore el uso dialectal como consecuencia de la despoblación”. Lo cierto es que en el dialecto  aragonés no existe normativa ortográfica ni un riguroso diccionario al uso. Con esos mimbres no se puede hacer un buen cesto. El chapurreau, a mi entender es una mezcla entre catalán y castellano que dificulta el entendimiento, que es para lo que sirve una lengua, es decir, para entenderse, y con ello no pretendo convertirme en un intransigente redomado. Pero una cosa es que las costumbres no deben perderse y otra muy distinta que desde las Instituciones se pretenda que los aragoneses comulguen con ruedas de molino. En pocos años se han creado diversas academias en esta despoblada región: de Gastronomía, de la Jota, de la Lengua Aragonesa… Una cosa es que los territorios catalanes se constituyeran en parte integrante de la Corona de Aragón en el siglo XII y otra muy distinta que se pretenda oficializar a día de hoy la lengua catalana en los centros docentes aragoneses. La Corona de Aragón fue el resultado de una unión dinástica pactada entre el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV y Petronila I, llamada así por haber nacido en Huesca el día 29 de junio de 1136, festividad de san Pedro. Pero de acuerdo con las Capitulaciones de Barbastro, Ramiro II el Monje (llamado así por haber sido con anterioridad a su reinado, tras la muerte de su hermano Alfonso I, obispo de Roda-Barbastro) nunca cedió su dignidad real y Aragón y Cataluña mantuvieron por separado tanto leyes como costumbres en ambos territorios.  Lo que sí me consta es que existe un “Vocabulario del alto-aragonés (de Alquézar y pueblos próximos”) escrito por Pedro Arnal Cavero; un “Diccionario aragonés” de Rafael Aldolz  (Mira editores); y un “Diccionario dialectal del Pirineo aragonés” de Gerhard Rohlfs (Institución “Fernando el Católico”, Zaragoza, 1985). Pero de ninguna de las maneras Aragón puede considerarse una región trilingüe como algunos pretenden. Yo diría que en nuestros 731 pueblos, muchos de ellos semidesiertos, se habla en castellano, en ocasiones vulgarizado, como reconocía Víctor García de la Concha en 2010, durante un seminario en San Millán de la Cogolla.

                                                                                                

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