viernes, 23 de diciembre de 2022

La batalla del frío

 


Leo en el Diario de Teruel que a lo largo del año que ahora termina, las Fuerzas de Seguridad del Estado han neutralizado 19 artefactos explosivos de la Guerra Civil en el término municipal de Teruel y sus alrededores que han ido apareciendo al mover tierras de labranza u obras de construcción. Todos esos explosivos, que siguen durmientes pese a sus carcasas oxidadas por el tiempo, son consecuencia en su mayoría de las operaciones militares que tuvieron lugar en el periodo comprendido entre el 15 de diciembre de 1937 y el 22 de febrero de 1938, día en el que las fuerzas rebeldes entraron en Teruel sin apenas encontrar resistencia. Para entonces reinaba la paz de los cementerios. Sobre aquella “batalla del frío”, Herbert L. Matthews hizo una crónica en el The New York Times, donde señalaba: “De aquella campaña nada me impresionó tanto como el increíble mal tiempo, y estoy seguro que para los historiadores de la guerra será el rasgo más digno de estudio. El viento cortante resultaba especialmente duro. Nada servía de protección contra las ráfagas heladas que llegaban aullando desde el norte y que atravesaban todas las capas de la ropa, por muchas que fueran. Los ojos se nos llenaban constantemente de lágrimas por lo intenso del dolor; los dedos de las manos se nos hinchaban y se nos dormían y de los pies desaparecía toda sensación que no fuera una frialdad  glacial insoportable”. Para que luego digan algunos indoctos que Teruel no existe… Que se lo pregunten a Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea y faldealgorfano de nación. Recibirán cumplida respuesta. Que se lo pregunten

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