sábado, 19 de agosto de 2023

Estepaís

 

 

Me entero por un profesor de Secundaria que en los institutos se estudia Historia de España a partir de 1812; donde, a partir de la Constitución de Cádiz, se entiende la idea de España como nación. Con la llegada de la dinastía borbónica,  Felipe V metió a los españoles en una absurda Guerra de Sucesión y ese monarca llegado de Francia por el testamento de Carlos II se puso al frente por primera vez del Reino de España’  Hasta entonces no había existido ese término. Pero una cosa es la fundación del reino, y otra la de un estado-nación español tal y como lo entendemos hoy en día. Pero fue, también, el origen de los nacionalismos periféricos. Lo que ya no sé es cuando España (tierra de conejos) dejó de llamarse de tal manera para adoptar el nombre de “Estepaís”. ¿Con la Transición? ¿Al morirse Franco? Es algo que no termino de asimilar. Sabemos que en la “Revista Española”  (número 51.- 30 de abril de 1833. Firmado por Fígaro) aparece un  artículo extenso de Mariano José de Larra titulado “En este país” donde se hace referencia al entonces nuevo vocablo político:

«En este país...», ésta es la frase que todos repetimos a porfía, frase que sirve de clave para toda clase de explicaciones, cualquiera que sea la cosa que a nuestros ojos choque en mal sentido. «¿Qué quiere usted?» -decimos-, «¡en este país!» Cualquier acontecimiento desagradable que nos suceda, creemos explicarle perfectamente con la frasecilla: «¡Cosas de este país!», que con vanidad pronunciamos y sin pudor alguno repetimos.

El día en el que España se partió en dos, no sé cuándo, apareció el término “Estepaís” en referencia a un Estado atrasado, el nuestro, manejado por unos reyes, una burguesía y un clero distantes del pueblo llano que lo ocupaba, que vegetaba en la ignorancia y que por aquello de que “entre todos la mataron y ella sola se murió” convirtieron a los españoles en los herederos directos de don Periquito. Aquí, en esta oligarquía de partidos, sólo se tiene la obligación de pagar abultados impuestos sin contrapartidas razonables y el derecho al pataleo. En “Estepaís” nos dimos una Constitución basada en el miedo, donde cuarenta años después los políticos de las listas cerradas no supieron, o no quisieron, adaptarla a la realidad.

 

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