lunes, 7 de agosto de 2023

La verdad del cuento

 

El último libro del historiador Pedro Carlos González Cuevas, “Historia de la Derecha española” (Espasa), se está convirtiendo en el libro de cabecera de media España, la del voto conservador en las últimas elecciones. En una de sus entrevistas, al preguntarle sobre la diferencia entre la derecha y las derechas, González Cuevas dice: “Derecha es un principio abstracto, una visión de la realidad; y las derechas la concreción histórica de ese principio abstracto. Y que se divide en diversas tradiciones, como el conservadurismo liberal o moderantismo, el tradicionalismo, luego, ya en el siglo XX, el catolicismo social, el falangismo, el liberalismo conservador o la derecha identitaria”. La historia es diferente según el cristal con se mira. No es lo mismo leer a Ángel Viñas, que a Julián Casanova, que a Pío Moa, a Stanley Payne, o a Ricardo de la Cierva, por citar a algunos. Moa y De la Cierva no han divulgado más que tonterías por su carencia de objetividad. Stanley Payne, al referirse a nuestra Guerra Civil, mantiene que “nunca existió un golpe de Estado”. Entonces, ¿qué pasó? Viñas, más objetivo, sostiene que “la Guerra Civil fue un conflicto entre democracia y fascismo; que Franco ganó la guerra exclusivamente por el apoyo de Hitler y Mussolini; que Stalin no pretendía instaurar una democracia popular en España; que el franquismo estuvo inspirado directamente por el nacional-socialismo alemán; y que Franco fue un vulgar asesino, un pésimo militar y un corrupto; alguien que, además, prolongó deliberadamente la guerra para matar más y mejor”. Las represalias una vez acabada la contienda así lo demuestran. Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza es, a mi entender, el más objetivo de todos ellos. El golpe de Estado del 36 era algo que iba a producirse después de haber calculado riesgos. El asesinato de Calvo Sotelo el día 13 de julio no fue la excusa de aquel telegrama de “geografía extensa” enviado por Franco a Mola (en un arranque de valentía como el que tienen los torerillos enanos de El Empastre frente a una erala corniveleta) para poner en marcha el mecanismo bien engrasado por “El Director”, algo que se ha repetido miles de veces. La Guerra Civil tuvo su germen en Calvo Sotelo, Goicoechea, un grupúsculo de monárquicos, Alfonso de Borbón, exiliado en Roma (y su pequeño combo de “juanistas” haciendo labor de zapa), unos obispos alentando en los púlpitos contra los “rojos”, esos demonios con siete colas, una prensa puesta al servicio de "la causa", y un puñado de terratenientes con más dinero que vergüenza. En el archivo de Bernando Félix Maiz (ayudante personal de Mola, que finalizó con la muerte del general el 3 de junio de 1937) se encontró un recorte de prensa sin fecha donde le preguntaban a Mola que si la muerte de Calvo Sotelo "fue en verdad decisiva para fijar la fecha del Alzamiento": Respuesta: “Influyó en un sentido moral, venía a confirmar su necesidad, a dar una mayor urgencia y justificación al movimiento, pero yo puedo asegurarle que la orden para que se levantara el Ejército de África se había dado ya ocho horas antes. Exactamente se las di al capitán Gerardo Imaz a las 7 de la tarde”. Así lo dejó escrito en su libro “Mola, aquel hombre. Diario de la conspiración 1936”  (Planeta, 1976, 343 páginas).

 

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