Bueno, se acabó. Ya no voy a seguir con paños calientes cada vez que comento algo de un plumilla al que se le acabó hace tiempo la lumbre del farol para escribir de algo con dudoso fundamento, aunque no interese a nadie. Por deformación ¿intelectual? leo la prensa diaria con vocación de novicia cuando me levanto de la cama y me tomo una pequeña colación, o sea, un café con leche, por no quedarme sin batería en el colodrillo. Pero, como digo, ya estoy hasta los pelendengues (basta ya de remilgos de pudibundez) de leer lo que cuenta un sobrino del golpista Milans del Bosch que, como dijo Pedro J. Ramírez, “con el rey Juan Carlos I tenía una relación de compadreo, puesto que representaba la aristocracia del ejército franquista”. Y ese plumilla, prefiero no pronunciar su nombre, escribe a diario en un periódico digital financiado por la Asociación Católica de Propagandistas. Y el sobrino del militar golpista (que sacó los tanques a las calles de Valencia el 23F) se pasa el día injuriando tanto al presidente del Gobierno como a sus ministros. Pero lo de hoy en su artículo “Más que tiernos” es de juzgado de guardia. Entre sus ‘perlas cultivadas’ hace referencia a Sánchez, pintándolo como “un peligroso caradura que jamás ha ganado unas elecciones y se mantiene en el poder gracias a los votos de los separatistas catalanes, los diferentes grupos de comunistas antiespañoles, y los herederos de la ETA”. Pero ahí no queda la cosa. El plumilla sigue vomitando tinta en su infame panfleto de hoy (que no es precisamente el bando de Andrés Castejón, aquel labrador pechero convertido en alcalde de Móstoles en 1808, en representación de los hidalgos y con carácter interino) ante la aparente indiferencia del director de ese medio, Bieito Rubido, que según se desprende, no es consciente de lo que decía un agustino respecto a la matanza del cerdo en los pueblos, cuando se sujetaba entre varios vecinos al animal para ser degollado en un banco de madera: “Tanto peca el que mata como el que tira de la pata”. Lo que vomita su pluma, como digo, no tiene desperdicio. Es todo un ramillete de amenidades: “Tenemos a un psicópata enamorado de La Moncloa, con una mujer imputada por abuso de poder e influencias. Tenemos a unos chantajistas fugados de la Justicia que están esquilmando la hacienda común española a cambio de sus votos, y a unos herederos del terrorismo que homenajean a los asesinos con el beneplácito del Gobierno. No tenemos un euro y debemos miles de millones. Tenemos un fiscal general imputado, un ministro antiespañol en el Gobierno de España, una celestina del narcoterrorismo internacional, un exministro putero y comisionista, unas analfabetas obsesionadas por el sexo que han sacado a la calle a centenares de violadores, una política exterior de chiste, un desprestigio internacional, unas autonomías robadas por las dos chantajistas, un Gobierno que no gobierna, porque ha confundido la gobernación con el pacto en cuclillas, una política internacional bochornosa, y un Gobierno que se mantiene gracias a las políticas más forajidas de nuestra Historia”. Pues nada, estamos apañados. Necesitamos con urgencia que venga otro Franco, ese adalid que redima de culpas, de sus grandísimas culpas, a los responsables de tanto desafuero, que penetre bajo palio en los templos y que libere a los hombres de bien, que alguno queda, de las garras del contubernio judeo-masónico que los tiene atenazados y sin capacidad de defensa. Se necesita otra cruzada contra los inicuos, sin redención posible, y los judíos que mataron a Dios. Y Sánchez, ¡a la hoguera! Ahora, cuando los agricultores aragoneses toman la Aljafería, esa Bastilla de los cachiruleros, sería buen momento para que el ave Fénix en forma de ‘caudillo de España por la gracia de Dios’ brotase de sus cenizas y nos liberara del pecado original por haber votado a exministros puteros, a unas analfabetas obsesionadas por el sexo y a una celestina del narcoterrorismo internacional a la que juro que no termino de ponerle nombre. El historiador Julián Casanova, que acaba de publicar su libro “Franco” (Editorial Crítica) contaba días pasados, en “Al rojo vivo” de la Sexta, algo que todos conocemos a estas alturas del siglo XXI, o sea, que “con el fin de la Segunda Guerra Mundial y la victoria de las tropas aliadas, los fascismos fueron derrotados”. También, que “1945 fue el momento más difícil para Franco”. En otro momento de su entrevista con Farreras, Casanova aclaraba respecto al dictador que “cuando ve que el Eje está perdiendo, le dice a United Press en una entrevista en 1944: 'Nosotros no somos fascistas, porque el fascismo es incompatible con el catolicismo'”. Ese militar africanista había entrado en Infantería, en 1907, en la Academia Militar de Toledo con catorce años de edad, “el mismo año que su padre los abandona”. Según relató su hija Carmen -añadió Casanova- “como era muy 'pequeñajo' le habían dado un mosquetón de madera en vez de un arma de verdad”. […] “A mi padre no le gustaba hablar de su niñez”. Uf, qué espanto.