domingo, 16 de febrero de 2025

Solo la dosis hace el veneno

 

 

En las pastillas para hacer sopicaldos o añadir sabor a las comidas deberían poner la misma etiqueta que a las cajetillas de tabaco:”Este producto es nocivo para su salud”, por la alarmante cantidad de sal, de glutamato y de grasas aglomerantes que contienen. Nada que ver con el tradicional caldo casero. De ninguna de las maneras se debe inducir a error a los consumidores sobre las características de los alimentos que tienen a la vista en los expositores, atribuyéndole propiedades o efectos que el alimento no posee. Es recomendable leer la letra pequeña de cada envase antes de adquirirlos, del mismo modo que hay que leer el prospecto y la posología de cada fármaco que nos recetan y conocer sus efectos secundarios, que siempre suelen tenerlos. Como dijo Paracelso, "todo es veneno y nada es veneno, sólo la dosis hace el veneno". Sabido es que existe el “Reglamento (CE) 1924/2006 relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos”. Siempre cuento el caso de Fernando II de Aragón, fallecido en Madrigalejo (Cáceres) el 23 de enero de 1516 cuando iba a asistir al capítulo de las órdenes de Calatrava y Alcántara en el Monasterio de Guadalupe. La noche anterior a su muerte había ingerido una dosis muy elevada del “feo potaje” que le hacía su mujer, Germana de Foix, para “mantenerlo en forma”, y  que no era otro que polvo de cantárida, un escarabajo verde brillante que una vez muerto, seco y reducido a polvo, se empleaba desde la antigüedad como sustancia vasodilatadora, favorecedora de priapismo y con efectos muy parecidos a los que produce la ‘Viagra’. Por entonces todavía no habían aparecido los conocidos "caramelos Richelieu". Se sabe de los esfuerzos por engendrar de Fernando II de Aragón con su segunda esposa, mucho más joven que él y con la que se casó por poderes. En 1509 nació en Valladolid Juan, que falleció a las pocas horas de nacer y evitó que el Reino de Aragón se desvinculara dinásticamente del Reino de Castilla. Pero al no tener más descendencia, el rey tuvo que dejar todas sus posesiones a su hija Juana; que, al encontrarse inhabilitada para reinar, cedió la Corona de Aragón, incluidos sus reinos italianos y una parte de Navarra, a Carlos de Gante. Pero antes de su llegada a España, Fernando nombró a su hijo natural Alonso de Aragón regente de los reinos aragoneses, y al cardenal Cisneros, regente de Castilla. Intuyendo su muerte, Fernando le pidió a su nieto Carlos, de 17 años, que se encargase de que su viuda tuviese un futuro holgado. Su nieto tomó sus palabras al pie de la letra y mantuvo una relación íntima y amorosa con su abuelastra, de 29 años. Tuvieron una hija, Isabel, que fue entregada a unas monjas. Germana de Foix  se casó otras dos veces: primero, con Johann de Brandenburgo; y después, con Fernando de Aragón, duque de Calabria y virrey de Valencia. Muerta Germana de Foix en 1538, tres años después se casó con Mencía de Mendoza, viuda de Enrique III de Nassau-Breda. No tuvo descendencia.

 

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