martes, 11 de febrero de 2025

Comprar sin quitarnos el pijama

 

 

Juan José Millas, en su artículo “Gente rara”, pone de manifiesto que todavía existen ciudadanos que acuden a las tiendas para adquirir productos de consumo, pero que esa práctica está en declive. Dice Millas a ese respecto: “Ahora es la tienda la que viene a nosotros. La tenemos en casa, a un clic del teclado del ordenador. Sin necesidad de quitarnos el pijama, podemos entrar en el comercio incrustado dentro de nuestro domicilio”. Pero Millas olvida que, a Dios gracias, todavía existen ‘tiendas de avío’, aquellos pequeños colmados de barrio que tanto valoraba Antonio Burgos y que nos sacaban de apuros de esas pequeñas, aunque necesarias cosas, en días festivos; o sea, sal, aceite, azúcar, vinagre, especias, perejil… Sí, ya sé que el teléfono lo soluciona casi todo. Solo hay que mirar por la ventana para comprobar la cantidad de ciclistas con mochilas amarillas de ‘Glovo’ a la espalda que pedalean para transportar pizzas o hamburguesas de las más diversas franquicias al estilo de “McDonald's”, de “KFC”, o de esos döner” y pan de pita que tanto asco me producen. Ese mesnada de ciclistas repartidores, que pedalean haga calor o frío, sea de día o de noche, constituye una nueva variedad de esclavitud, la de falsos autónomos moviendo codos y tabas a plena luz del día para entregar pedidos urgentes, como aquellos antiguos galeotes liberados, fuese cual fuese su condición o su circunstancia, a los que pedía Don Quijote que acudiesen al Toboso guiados por Ginés de Pasamonte (no sé si Cervantes se refiere a Jerónimo, nacido en 1553 en ibdes, cerca de Calatayud, al que se  le atribuye el "Quijote" de Avellaneda. Lástima que no pueda preguntárselo a Antonio Sánchez Portero, mi amigo muerto) a presentarse ante Dulcinea. “Quedan, no obstante, -sigue contando Millas- héroes que aún van al mercado tradicional a hacer la compra, que guardan cola frente a la pescadería o la carnicería y que preguntan a la dependienta cómo está su hija, que la semana pasada cayó en cama con unas fiebres de origen desconocido”. Yo soy uno de ellos, de los felices pocos de nosotros que vamos quedando.

 

No hay comentarios: