lunes, 20 de octubre de 2025

Ni aldeuca ni aldehuca

Wikiloc | Ruta San Sebastián de Garabandal (parking)- Los Pinos

 

Ayer leí un artículo de Jorge Fernández Díaz en La Razón referido a San Sebastián de Garabandal (Cantabria) y las supuestas apariciones marianas a inicios de la década de 1960, que la Iglesia católica no termina de autenticar como ciertas pero que ha convertido la aldea en un punto de peregrinaje. Pues bien, me chocó que Fernández la definiese como “aldehuca” de Cantabria. He consultado libros de Pereda, de Concha Espina, de Gutiérrez Calderón  e incluso de un famoso abogado y escritor costumbrista montañés que por razones que desconozco permanece en el más absoluto olvido, y que a mi entender tiene obras literarias (novela, cuento, teatro, poesía y artículos) en diversos medios con la Montaña como telón de fondo en casi todas sus obras. Me refiero a Francisco Cubría, sobre el que espero contar cosas interesantes. Mi curiosidad me llevó anoche a consultar todos los diccionarios que tengo en casa, incluso el “Casares” por ver si en alguno de esos libros de consulta  aparecían las palabras “aldehuca” y “aldeuca”, sabido que en Santander y su provincia, lo que ahora se llama Comunidad de Cantabria, se utilizan los sufijos “uco” y “uca” en el lenguaje coloquial, también ocurre en León, del mismo modo que en vascuence todo termina en “ak”, o en Aragón, en “ico” o ‘ica”. Al final, después de hacer muchas indagaciones, descubrí que la RAE no tiene en su Diccionario ninguna de ambas acepciones montañesas. Pero mis dudas sobre el diminutivo de aldea no se disiparon. De haber existido una u otra, personalmente hubiese preferido “aldeuca” que “aldehuca”. Me costa que en español, con muy pocas excepciones, se coloca la letra hache delante de los diptongos /ua/, /ue/, /ui/, tanto a principio de palabra como de sílaba. Pero no sé por qué “aldeuca” se me antoja como más entrañable que “aldehuca” . En el “Casares” pude comprobar que vienen las palabras “aldea”, ”aldehuela”, “aldeorrio”, e incluso el despectivo “aldeorro”. Tanto es así que conozco un pueblo llamado Aldehuela de Liestos (provincia de Zaragoza) en la comarca denominada Campo de Daroca. Y con ese nombre consta en el “Madoz” (1845, pp. 514-515). De hecho, existen en España otros 12 municipios con ese nombre, y uno de ellos con el artículo determinado femenino singular “la” por delante, como es el caso de La Aldehuela, que es un despoblado cercano al cerro de San Quílez, en el término municipal de Balconchán, también en la provincia de Zaragoza, que fue quemado por la burricie durante una refriega contra los castellanos en la Edad Media. Ya sabe el lector: se puede decir tierruca, casuca, etc, pero nunca “aldeuca” ni “aldehuca”, por no existir registro hasta el momento. Lo mismo que le sucede al famoso “flamenquín”, uno de los platos más típicos de la gastronomía cordobesa, que se les sigue atragantando a los académicos de la Lengua que pareciese que carecieran de lengua (ese órgano sexual que utilizaban los antiguos para hablar) y no se entiende que tal indiviso símbolo gastronómico reconocido y admirado en todo el que lo degusta se les haya atragantado a esos próceres patrios por razones que desconozco. Son muy raritos con todo lo suyo, que resulta que es nuestro. Menéndez Pidal, en sus ensayos “El dialecto leonés” (1906) y “Pasiegos  y vaqueiros” (1954) analiza algunos fenómenos característicos de las zonas citadas. Tampoco hay que olvidar a Adriano García-Lomas, principal estudioso del habla de Cantabria del siglo pasado y autor de "Estudio del dialecto popular montañés. Fonética, etimologías y glosario de voces" y "El lenguaje popular de la Cantabria montañesa. Fonética, recopilación de voces, refranes y modismos" (1949); ni a Ralph Penny, que  se interesó más tarde, entre 1970 y 1978, por la forma de hablar de la Vega del Pas y la zona de Tudanca; ni a Alberto Castillo Chagartegui, que en el curso académico 2019-2020 hizo un trabajo de fin de carrera sobre el habla de Santoña, en una investigación dirigida por la Universidad de Salamanca bajo la tutoría de Rosario Lorente Pinto.

 

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