Yo siempre mantuve la tesis de que las fiestas populares constituyen un trastorno social. Como prueba de ello fue lo ocurrido el pasado domingo en Lugo con motivo de las fiestas de san Froilán, cuando en uno de los desfiles callejeros, el desfile de ganado, una vaca de gran tamaño y de raza autóctona se puso muy nerviosa y su manejador no pudo frenarla en un lugar lleno de gente por la calle Bispo Aguirre (bispo u obispo de Lugo, patriarca de las Indias Occidentales y senador durante la Segunda Restauración designado por el arzobispo de Santiago de Compostela y desde 1902 hasta su muerte en 1913 por derecho propio) a la altura de una oficina de farmacia. El resultado fue la tremenda cogida a una viandante de 31 años que transitaba algo despistada aunque recia y marcial. Pero la ‘vaquinha mansa, / bó carinha contente /, bó boquina tao doce/ bó sabe e só raja trança’ (que cantaba Cesárea Évora) pasó a ser un 'Islero' de mucho cuidado. El diario El Progreso daba la noticia de esta manera: “Los efectivos policiales crearon un puesto con las sombrillas de las terrazas para proteger a la mujer mientras los sanitarios la atendían. Finalmente fue trasladada en ambulancia al HULA [acrónimo del ‘Hospital Universitario Lucus Augusti’] con la cabeza vendada, por lo que parece que la sangre que quedó en el suelo manó de una herida en la cabeza. La víctima permanece ingresada en estado grave. Además de ello, la vaca asustó a otros animales y una menor fue alcanzada por uno de los bueyes que participaban en el desfile. La niña también recibió asistencia médica, pero sus lesiones no revestían gravedad y recibió el alta”. En resumidas cuentas, que fue poco para lo que podría haber sucedido. Por eso decía yo al principio que las fiestas, por regla general, siempre constituyen un trastorno social. Pero Lugo también tiene cosas buenas, como esos 37 días en los que el ‘pulpo a feira’ se convierte en el verdadero protagonista gastronómico de las casetas pulperas entre los días que transcurren desde la fiesta de san Froilán (5 de octubre) hasta pasado Todos los Santos, donde se comen toneladas de ese cefalópodo que posee 3 corazones, 8 brazos, que duerme un minuto cada hora, dotado de un solo testículo y considerado como un invertebrado muy inteligente. Asistir a desfiles de bóvidos sin la protección necesaria (esa desmarañada selva de aguafuerte goyesco) es casi tan arriesgado como lidiar toros en coso portátil y sin enfermería. En esta vida hay que mantener el tipo y saber guardar la ropa. Nadie se esperaba que una vaca mansa desfilando por una rúa de Lugo al estilo de las ‘majorettes’ de Corita Viamonte, se encabronase y envistiese con saña, rencón africano y las trazas bravías de 'Perdigón', aquel morlaco de Miura que mató a El Espartero, que siempre citaba al toro con la muleta plegada en alto y la iba desplegando despacio a medida que el burel avanzaba, como cuando cae el telón del escenario tras la representación de "La Divina Comedia".
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