Señala Guillermo Zapata en un artículo de prensa que “lo que vivimos no es exactamente una derechización social, sino una derechización de la derecha española con un importante dominio de la opinión pública. Eso es lo que explica que en los últimos dos meses, a la que ha habido una cierta movilización progresista en torno a Palestina, o en otros momentos en torno a la vivienda, los líderes del Partido Popular se hayan visto arrinconados en temas que no son aquellos en los que se sienten cómodos. Algo similar está pasando con el debate sobre al aborto”, algo que ya creíamos superado. “La subida de Vox -sigue comentando Zapata- está muchísimo más relacionada con una importante crisis en el Partido Popular que por ninguna otra cosa. Feijóo se creyó unas encuestas que tenían más de opinión publicada que de ciencia demoscópica y su plan se fue al garete”. A mi entender, lo que le sucede al PP es que no tiene un programa político definido capaz de que concebir ilusión en al votante, frente a la experiencia (que siempre es un grado) que beneficia al PSOE, con 130 años de historia a sus espaldas y que “ha comido pan de muchos hornos”. Como bien entiende Zapata, VOX tomó en su día la “decisión inteligente” de salirse en un momento dado de la co-dirección todos los gobiernos autonómicos que controlaba la derecha. Su lema era “que se quemen ellos”. Y acertaron de pleno. No tuvieron responsabilidad sobre las consecuencias de la DANA de Valencia, de los incendios de este verano en media España, de la mala praxis sanitaria en Andalucía, ni tampoco de los 30 escándalos de la derecha todavía pendientes de juicio. Toda una letanía de amaño de adjudicaciones públicas, cobro de sobornos, planes urbanísticos ilegales, tráfico de influencias, financiación irregular, omisión de socorro, homicidios imprudentes, uso de fondos reservados para operaciones parapoliciales, etcétera. Los adalides patrios no existen, los caudillos de España por la gracia de Dios, tampoco; y el líder lusitano Viriato, aquel tipo que semejaba un héroe homérico, muerto el año 139 a.C. no sirve de referencia para reflejarse. Hoy los ‘barones’ del PP controlan 11 de las 17 ‘lusitanias’ existentes y poseen mayoría absoluta en el Senado, donde se buscan emboscadas a Sánchez por terrenos abruptos, que es la peor manera de llegar a lograr la captura del botín perseguido, o sea, el Poder que perdieron con la moción de censura contra Rajoy, primero; y con la falta de los votos necesarios para que quien había ganado los comicios pudiese alzarse con el santo y con la peana, después. Algo que no ha podido ser asimilado democráticamente por el sustituto del defenestrado Casado, en el que el PP ha puesto todas sus complacencias. Pero la casa sigue estando sin barrer y los ciudadanos, simples observadores de las luchas intestinas en este coliseo carpetovetónico, sienten un raro aturdimiento entre el vuelo de las grullas y el mareo de la perdiz.
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