Luis María Anson hoy, en La Razón, escribe un artículo que raya en lo emético. Los elogios a Isabel Díaz Ayuso casi son de culto de latría. Al principio de su artículo, Anson ensalza a Núñez Feijóo como preámbulo y para abrir boca de lo que llega detrás: “Es hombre inteligente, serio, buen gestor y, aunque hayan sido muchos los errores cometidos en los dos últimos años, su política resulta cada día más convincente y respetada”. Y como dice uno de mi pueblo cuando va al cine y se sienta en la butaca: “Ahora llega cuando lo matan”. Pues bien, ahora llega la revolera, ese lance barroco y sencillo, por decirlo en términos taurinos: “Los socialistas no respetan a Feijóo, porque consideran que el liderazgo del PP se encuentra en Isabel Díaz Ayuso. Sectores cualificados del propio PP también lo creen así. En todo caso, la posición de Ayuso con relación a Feijóo ha sido ejemplar. Siempre le ha apoyado”. Siempre quiere decir “mientras no cometa el error de Casado, de su predecesor, o sea, de criticar los excesos de su pareja, ese presunto corrupto al que Ayuso llama ahora “un señor particular”. Un poco más tarde, Anson pone en marcha el botafumeiro, procurando que no se desprenda de la soga atada y ‘estontone’ (como dicen los de Aliste) a un tiraboleiro: “Díaz Ayuso –señala- es la autoridad que llama a la competencia y está rodeada por mujeres y hombres de indiscutido nivel político e intelectual. Entre todos sobresale Miguel Ángel Rodríguez, al que el sanchismo busca las cosquillas sin éxito cada semana. Rodríguez es un peso pesado de la política española desde tiempos de Aznar. Moderado, prudente, siempre bien informado, respalda desde la sombra a Ayuso con extraordinario acierto”. Pero poco antes de terminar su artículo, Anson, como buen predicador con la pluma, echa toda la carne en el asador en un intento de quedar serafín, como los toreros postineros. Y cambia su culto de latría por el culto de dulía. Y lleno de ardor guerrero brillando en la tinta indeleble de su pluma, porque Anson seguro que tiene pluma, comienza con el turno de advocaciones casi marianas a la que, para él, Ayuso es la consoladora de los afligidos, la regina martyrum a la que dedica sus particulares letanías lauretanas: “Es una mujer sencilla, sin aspavientos, solidaria con los desfavorecidos, las ideas claras y un carisma popular que no cesa. No molesta a las mujeres. Es inteligente, pero no es Margarita Salas. Es elegante, pero no es Isabel Preysler. Es atractiva, pero no es despampanante, no es Elsa Pataky…”. Amén.
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