domingo, 19 de octubre de 2025

¡Anda la órdiga!

 En tierra de ciegos el tuerto es rey • iNMSOL

 

Órdiga es una expresión antigua que se utilizaba mucho en Navarra para expresar asombro por algo. Mal comienzo para Emilio Larraz, entrenador del Real Zaragoza en su debut de ayer y con el resultado final de 0-5  contra la Cultural Leonesa (penúltimo en la Liga) y nueve jugadores blanquiazules sobre el campo provisional de fútbol con nombre de entidad bancaria. Con romper la pantalla del VAR, como hizo un jugador local, de nombre Paul Akouokou, no se arreglan las cosas para el colista equipo de Segunda División. Collado pudo anotar el sexto, pero Insúa sacó el balón de entre los palos en el minuto 89. Larraz ha señalado a los medios que “esto no es el final”. Es, como indicaba Mafalda en una viñeta “el empezose del acabose”. Hoy, en El Periódico de Aragón, Ricardo Barceló  señala que “Zaragoza tiene sobre la mesa el futuro de la Nueva Romareda [ya bautizado como Ibercaja Estadio], un campo de altísimas prestaciones que no está concebido para albergar partidos de Primera RFEF”. Y recuerda a los lectores de ese medio de papel que “el equipo aragonés lleva 13 temporadas en Segunda División,  con 22 entrenadores distintos”. No cabe duda de que ayer los leoneses tiraban con balín. Emilio Larraz dice que esto no es el final, como digo, y se da ánimos ante lo que parece inevitable por un trayectoria nefasta. Es como lo de “tente”, en la canción sobre “Sanbisente” que se danza aunque esté lloviendo un manso chirimiri y que tanto encandila a los de Baracaldo, donde “tente” significa mantenerse firme: “Sanbisente tente, tente, / que Retuerto ya cayó / y el Regato está temblando / del susto que resibió”. Son peculiaridades fonéticas que debería conocer la folclórica alcaldesa de este pueblón llamado Zaragoza, que lució en las fiestas pilaristas vestido de mudar de finales del siglo XIX con mantón de Manila, que se vendía en Manila pero se hacía en China para tapar y conservar frescas las hojas de tabaco y el rapé contenido en pequeñas latas de "La Compañía de Tabacos de Filipinas" que llegaba en bergantines y goletas a Sevilla. La también folclórica Macaria Arteagabeitia solía contar que sus hermanas mayores a finales de aquel siglo hablaban con la <s> y solían cantar aquello de “Alindingo, alindango/ las seresas se cogen del árbol…”. Ya veremos en qué queda el final de la opereta chusquera en la que nos han metido Azcón y Chueca sin galga para frenar el carro de los desaciertos. En el país de los ciegos... Me viene a la cabeza el viejo chiste de aquel invidente que conducía una moto “Guzzi picaraza” llevando de paquete a un tartamudo para que le indicase a qué lado debía torcer el manillar ante la proximidad de las curvas. Pero el ciego, desoyendo las indicaciones del tartaja,  tiró recto por la puente, que esta seco. El previsto final lo dejo para otro día, aunque el lector se ya lo puede imaginar.

 

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