viernes, 17 de octubre de 2025

La culpa, al maestro armero

 

Hoy, José Carmona cuenta en el diario Público los errores de José María Figaredo, diputado de Vox, el pasado miércoles en la sesión de control al Gobierno. Cuando no se sabe algo, es mejor permanecer callado que hacer el ridículo. Las preguntas de los diputados a los responsables del Gobierno deberían llevarse preparadas de antemano. Pues bien, ese diputado sacó a relucir a Galileo Galilei, al que quisieron llevar a la hoguera por afirmar que la Tierra era redonda, en contra de la creencia generalizada en 1633 de que era plana. Pero se trabucó y confundió el terraplanismo con la teoría heliocéntrica. Lo que mantenía Galileo era que la Tierra giraba en torno al sol y no al revés. Las teorías del terraplanismo son  anteriores al siglo VI a.C. Pero lo que buscaba Figaredo en aquella controversia no era cosa distinta a hocicar un enfrentamiento verbal con el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y sus políticas de adaptación climática. Ese diputado, por lo que se desprende, buscaba sostener  a diferido la “tesis” de un primo de Mariano Rajoy, José Javier Brey Abalo, catedrático de Física Teórica de la Universidad de Sevilla, que restaba importancia al cambio climático con el siguiente argumento: "He traído aquí a 10 de los más importantes científicos del mundo y ninguno me ha garantizado el tiempo que hará mañana en Sevilla. ¿Cómo alguien puede decir lo que va a pasar en el mundo dentro del 300 años?". Por aquellos días, creo que era por 2008, Aznar también hacia sentía un cierto desprecio a los que él denominaba como “abanderados  del apocalipsis climático que pretendían ahogar la democracia con su ecologismo”. El miércoles pasado, antes de ayer, Figaredo adoptó el mismo criterio: "Nos dicen que cada vez hay más riadas, que cada vez hay más incendios, no pongan el aire acondicionado, que va a cambiar el clima..., cuando todo es mentira”. Vamos, que lo acontecido en Valencia hace casi un año, el apagón y los incendios de difícil control de este verano son para ese sansirolé  ‘culpa de maestro armero’, cargo que se remonta a 1703, año en el que Felipe V creó esa figura artesanal cuando empezó a usarse el fusil sustituyendo a las picas como arma. Es probable que los fusileros acudieran a ese experto para quejarse por deficiencias de las armas. Con el tiempo se acabó convirtiendo en una costumbre que ante cualquier reclamación o reproche de cualquier índole se aplicara la expresión de “¡a reclamar, al maestro armero!”, dejando entrever un tono de “¿y a mí que me cuentas? No es mi responsabilidad”.  Este es un país donde nunca  hay responsables ni dimisiones por ineficacia manifiesta. Le echan la culpa de los desastres patrios al maestro armero, como se la podrían echar a la estatua de Viriato, que está en Zamora.


 

No hay comentarios: