Si el funeral ortodoxo en memoria de Kardam de Bulgaria, al que asistió la Familia Real y la familia del
Rey, era de carácter privado, no sé a
qué cuento viene tanta rimbombancia en
el diario El País. Todo para decir
que estaba presente en ese acto religioso Cristina
de Borbón. El difunto hijo de Simeón
de Bulgaria pintaba menos para los españoles que Pichorras en Pastriz. (No confundir con un libro de gastronomía
aragonesa de José Ramón Marcuello). Aquel
que desee saber quién era tan curioso personaje, que compre el libro de Santiago Maestro Terraza, publicado por
Mira Editores. El País, que ya no es ni la sombra de lo que fue, cuenta que la
hija menor de Juan Carlos de Borbón
iba vestida de luto “y entró en la
iglesia minutos antes de que llegaran sus padres y su hermana”. ¿A quién
importa eso? Me vienen a la cabeza por asociación de ideas los versos de Federico García Lorca De Negro va la Señora...: “Abriga su soledad / acumulando dinero. / Pobre,
pobre esta señora, / que no tiene nada bueno, / va cayendo poco a poco, / su
delirio se agiganta / y ya se siente reina rodeada de oro y plata”. Ha muerto Pedro Zerolo. En un espléndido artículo
en Eldiario.es, Ruth Toledano
le definía como se define lo inefable: “Con la exquisitez de su espíritu, la
generosidad de su trato, la luz de su sonrisa y la firmeza de su verdad, Pedro
Zerolo se enfrentó a lo que merece ser más combatido: el oscurantismo y la
violencia de quienes niegan el amor a los demás. Por eso le guiaban la poesía y
las mujeres. Por eso defendió siempre los valores republicanos y laicos. Con
qué inteligencia y lucidez hizo el difícil trabajo de hacer salir este país de
las mazmorras de la ignominia para llevarlo a la primera línea de la evolución
social”. La misión del Fondo Monetario Internacional visita España para
evaluarla y pide más reformas: más copago en Educación y Sanidad, igualar los
contratos de trabajo y que las empresas se descuelguen de los convenios
colectivos aunque mejore su previsión para este ejercicio en el 3’1%. Pero,
mientras esos disparates se proponen para la maltrecha España, el HSBC (entidad
a la que Suiza investiga por blanqueo de capitales) anuncia 25.000 despidos y
su marcha a Hong Kong para escapar de la
legislación europea por sus malas prácticas financieras. Aquí el funeral
ortodoxo, si acaso, habrá que hacerse algún día por nuestro abatido país.
martes, 9 de junio de 2015
lunes, 8 de junio de 2015
Ochenta años no es nada
sábado, 6 de junio de 2015
Lo humano y lo divino
Cuando se mezcla lo humano con lo divino pueden saltar
chispas. Los aragoneses nombraron a la Virgen del Pilar capitana de las tropas
aragonesas. De hecho, entre los innumerables mantos, la basílica cuenta con un
mantón con fajín y alguna vez se lo ponen a la columna. También en Sevilla, la Macarena procesionaba hasta hace poco por las
calles con el fajín que había pertenecido a Queipo de Llano.Y hoy leo en ABC
de Sevilla la columna de Burgos donde
éste cuenta que se han perdido algunas
tradiciones. Entre ellas, “la colocación solemne de la Custodia, terminada la
procesión del Corpus, en la
Puerta de la
Asunción, para que el Santísimo reciba los honores de Capitán
General con el desfile de la tropa”. ¿Alguien concibe hoy que una custodia con la Sagrada Forma pueda recibir
honores de capitán general a la puerta de una iglesia? Para mí que esas cosas
sólo suceden en España. No termino de entender qué tiene que ver el empleo, o
el grado, de un funcionario de uniforme con la transustanciación del cuerpo de
Cristo en la Hostia. Tampoco
entiendo que una compañía de fusileros deba rendir honores a Dios Hijo como si se tratara de la
llegada a Barajas de un jefe de Estado extranjero en visita oficial a nuestro
país. España no es una Teocracia, sino un Estado aconfesional y así consta en la Constitución de 1978;
y la fe, que yo sepa, constituye una opción estrictamente de carácter privado.
Pero, claro, en España, la aconfesionalidad del Estado es el terreno propicio
para que las religiones disfracen de libertad de conciencia lo que tan solo
consiste en la más desleal, cuanto más concertada, utilización de las
instituciones para fines exclusivamente proselitistas. El Estado laico, como es
el caso de Francia, ya no es sólo que no se adscriba a una determinada religión
sino que asume el compromiso de mantenerse activamente independiente. Esa es la
diferencia. Pero en España, por aquello de Concordato
de 1979, todavía en vigor, parece como si hubiésemos metido en el centro de
una custodia dorada el artículo 6 del Fuero
de los Españoles, donde se establecía que “la profesión y práctica de la Religión Católica,
que es la del Estado español, gozará de protección oficial. El Estado asumirá
la protección de la libertad religiosa, que será garantizada por una eficaz
tutela jurídica que, a la vez, salvaguarde la moral y el orden público”.
Todavía hay muchos españoles que se hacen cruces por el hecho de que la
coronación de Felipe VI no haya tenido lugar en una catedral y como preludio o postre a un acto litúrgico solemne con homilía
incluida. De hecho, la Iglesia Católica
renunció al privilegio del fuero y el Estado al de la presentación de obispos
en el Concordato de1976,
anterior al actual en vigor. Desde entonces a ahora poco más hemos avanzado.
viernes, 5 de junio de 2015
Romero mustio
El senador Iñaki
Anasagasti lleva mal, muy mal, que
el rey Felipe VI haya visitado la
sede del Instituto Cervantes en
París, al entender que su actual biblioteca fue la sede del Partido
Nacionalista Vasco hasta su incautación por la Gestapo en 1940. Se
refiere a la sede que el PNV compró en 1936 en Paris en la Av. Marceau para su
delegación en Francia, cerca de la plaza de L'Etoile y casi enfrente de donde
hoy se encuentra la Embajada
de España. No voy a repetir yo aquí los insultos que Anasagasti lanzó el pasado
martes durante la sesión de control al
Ejecutivo en la Cámara Alta
contra el titular de Exteriores José
Manuel García- Margallo, llamándole “funcionario franquista”, ni contra el
Jefe del Estado desde su cuenta de Twitter
y desde su blog. No entro ni salgo. Que
cada palo aguante su vela. Las injurias al Jefe del Estado están consideradas
como delito. Pero, también, la libertad de expresión está contemplada en el
artículo 20 de la
Constitución del 78, la misma Constitución que refrendó como
Rey de España a Juan Carlos I,
impuesto por Franco como sucesor a
título de rey sin contar con el deseo de los españoles. Es decir, los insultos
al Jefe del Estado constituyen delito, pero un rey moderno, y Felipe VI es un
rey moderno, debería aceptarlos como gajes del oficio. Al menos Alfonso XIII, su bisabuelo, consideró
la bomba de la Calle Mayor
el día de su boda como “un gaje del oficio”. Y aquello fue más grave. ¿Y los
pitidos en el Nou Camp con motivo del
final de la Copa del
Rey? Pues también: gajes del oficio. Un rey moderno debería ser consciente de
que “esas cosas”, entran en su sueldo.
Aunque ya digo, yo prefiero una actitud respetuosa hacia el Rey y hacia los
Símbolos. Es triste lo que escribe o dice un aforado, como es el caso de Anasagasti.
No cabe duda de que a los españoles se nos está quedando mustio el ramito de
romero que llevamos en el ojal de la solapa y que nos entregó una gitana que
leía la mano. Estamos pagando, ¡y a qué precio!, no haber hecho caso a Prim en 1868. Por eso digo que de nada
sirve transplantar el ramito de romero a una maceta, ¿verdad, Burgos?
Según leo en El Boletín.com, “García-Margallo, por su parte, ha recordado al senador que
hasta tres instancias judiciales francesas se pronunciaron en su día sobre el
contencioso señalando que el edificio es titularidad del Reino de España,
mientras que en nuestro país el Tribunal Supremo confirmó en 2003 la validez de
un acuerdo de 2001 del Consejo de Ministros que declaraba ‘inaplicable’ para
este caso la ley 43/1998 sobre la restitución o compensación a los partidos
políticos de bienes y derechos incautados”. Hace ya unos años, contaba
Anasagasti en su blog: “Se lo
regalaron a Franco los nazis cuando entraron en París, en 1940. Pero no era de
ellos. Era el edificio donde el PNV tenía su sede y donde acogió a los
batallones vascos que huían de España tras la caída de Bilbao. Desde allí, el
Gobierno del bando ganador dirigió operaciones sucias, como el secuestro del
presidente de la
Generalitat, Lluís
Companys, fusilado por el Gobierno del general Franco”. (…) “El régimen de
Franco instaló en el edificio al policía Urraca
Pastor y al coronel Barroso,
quienes desde la antigua sede vasca planearon operaciones sucias, como el
secuestro del presidente de la
Generalitat catalana, posteriormente fusilado por decisión de
Franco en las fosas del castillo de Montjuïc”. (…) “Tras la liberación de
París, en 1945, el nacionalista Xabier
de Landáburu, vicepresidente del Gobierno vasco en el exilio, se hizo cargo
de la sede. Allí se creó en 1949 el Consejo
Federal del Estado Español del Movimiento Europeo, que agrupaba a
democristianos y socialistas, bajo la presidencia de Salvador de Madariaga, y se dio entrada a los democristianos
alemanes de Konrad Adenauer”. (…)
“La delegación vasca perdió el edificio definitivamente en 1952. En 1989, con
muchas dificultades, una representación vasca colocó una placa de recuerdo en
el edificio”. (…). “También reclama el PNV dos inmuebles en los que se
imprimían dos periódicos del partido:
Euzkadi y La Voz de
Navarra. El primero se tiraba en la calle del Correo, en el Casco Viejo
bilbaíno, y su maquinaria, incautada por el régimen de Franco, fue a parar a
las instalaciones del diario Hierro,
del Movimiento. El segundo inmueble reclamado, el de La Voz de Navarra, está en el Casco Viejo de
Pamplona”. En fin, no sabemos si por la sede del Instituto Cervantes en París caminarán los fantasmas de Sabino Arana y de José Antonio Aguirre. Lagarto, lagarto.
miércoles, 3 de junio de 2015
Hernán Cortés o el baúl de la Piquer
Aquí lo que hay que hacer con premura es devolver a España los restos de Hernán Cortés que desde 1947 permanecen recolocados en un muro de la Iglesia de Jesús Nazareno, a la izquierda del altar. Lo malo es que no estará Ana Botella de alcaldesa de Madrid para colocar lo que queda del conquistador de Méjico (a mí no me gusta escribir México, por muy lindo y querido que sea) junto a los restos de Cervantes, o sea, en las Trinitarias. Y ya puestos, a ser posible que también nos devuelvan los mejicanos el tesoro del Vita, que llegó a Veracruz y allí se le perdió la pista. La actual sepultura de Hernán Cortés tiene una placa que reza: “Hernán Cortés 1485-1547”, conque no cabe duda alguna. Lo de Cervantes es distinto. Aparecieron unos restos muy deteriorados que nadie sabe a quién correspondían. Hasta algún malpensado estará convencido de que son los huesos de un pollo asado que se comieron unos albañiles mientras rascaban el suelo. Hernán Cortés murió el viernes 2 de diciembre de 1547 en Castilleja de la Cuesta (Sevilla) y recibió sepultura en el cercano monasterio de San Isidoro del Campo, en la cripta de la familia del duque de Medina Sidonia, bajo las gradas del altar mayor, con un epitafio que le dedicó su hijo Martín Cortés, segundo Marqués del Valle. El epitafio decía: “Padre cuya suerte impropiamente/ Aqueste bajo mundo poseía / Valor que nuestra edad enriquecía, / Descansa ahora en paz, eternamente”. En 1550, a los tres años de su muerte, sus restos fueron cambiados de lugar dentro de la misma iglesia de San Isidoro del Campo, justo a un lado del altar dedicado a Santa Catalina. En 1566 sus restos fueron trasladados a la Nueva España y sepultados junto con su madre y una de sus hijas en el templo de San Francisco de Texcoco, cerca de Méjico D.F. Yacerían allí hasta 1629. Ese año. a la muerte de Pedro Cortés, cuarto Marqués del Valle y último descendiente de Hernán Cortés, las autoridades civiles y eclesiásticas de la provincia española decidieron sepultarlos en la misma iglesia, así que los restos de Cortés fueron inhumados cerca del altar mayor (en un nicho detrás del sagrario) en la iglesia del convento de San Francisco, frente a la plaza de Guardiola en la capital mejicana con la siguiente inscripción “Ferdinandi Cortés ossa servatur hic famosa”. En 1716 una remodelación de ese templo obligó a los franciscanos a exhumar los restos y trasladarlos a la parte posterior del retablo mayor, lugar en el que permanecerían durante 78 años. En 1794 las autoridades de la virreinato exhumaron nuevamente los restos de Cortés con el fin de cumplir con los deseos del conquistador, que en una ocasión deseó ser sepultado en la iglesia contigua al hospital de Jesús (Méjico), así que sacaron los huesos de Cortés de de San Francisco y fueron trasladados, donde descansarían 23 años. En 1823, a los dos años de la independencia de Méjico, en cuya catedral fueron depositados, un gran movimiento nacionalista surgió entre los habitantes y se temió que la muchedumbre asaltara el templo para tomar los restos de Cortés. Para tratar de evitarlo, el ministro Lucas Alamán y el capellán mayor del Hospital desmantelaron la noche del 15 de septiembre el mausoleo (el busto y demás ornamentos fueron enviados a Italia para hacer creer a los agitadores que los restos mortales de Cortés habían salido del país), pero la urna con sus huesos fue depositada en 1836 en un nicho que se construyó en la pared del templo a un lado de donde estuvo el mausoleo. Allí permanecieron 110 años, hasta ser encontrados. En 1946, algunos historiadores del Colegio de México tuvieron acceso al acta notarial en la cual se detallaba la última morada de Cortés y decidieron buscar sus restos. El domingo 24 de noviembre de ese año los historiadores encontraron el nicho que guardaba la urna. El 28 de noviembre de 1946 el presidente de Méjico, Manuel Ávila Camacho, expidió un decreto mediante el cual confirió al Instituto Nacional de Antropología e Historia la custodia de los restos mortales de Hernán Cortés. El 9 de julio de 1947 se reinhumaron los restos en el mismo lugar en el que los encontraron y se puso sobre el muro de la iglesia una placa de bronce con el escudo de armas de Cortés grabado y la inscripción antes señalada. Al final, los restos del conquistador español descansaban en el lugar que eligió Cortés en su juventud para ser sepultado: el templo del Hospital de Jesús. En 1836 se extrajeron los restos y fueron depositados en un nicho y permanecieron en ese lugar durante 110 años. Nunca unos restos mortales dieron tantas vueltas. Las idas y venidas de los restos de Hernán Cortés superaron con creces el ajetreo en los camarotes de los barcos del baúl de la Piquer.
martes, 2 de junio de 2015
La manzana tiene bicho
Me río yo de la “flexibilidad” del Partido Popular. A Mariano Rajoy le vendría de maravilla
que Susana
Díaz aceptara la “apertura al diálogo” que le ofrece para gobernar en
Andalucía. Ese gobierno andaluz, que hoy cumple 70 días en funciones, sigue
bloqueado. Según leo en El País, “el
PP ha mostrado hoy su disponibilidad a
ser “flexible” con dejar pasar la investidura si el PSOE respeta la lista más
votada en los ayuntamientos andaluces. Los populares han logrado mayoría simple
en 75 municipios andaluces entre los que se encuentran siete de las ocho
capitales (todas menos Huelva) y dos de los más poblados Marbella y Jerez”.
Dicho de otra manera, estarían dispuestos a utilizar la abstención si se les
deja en sus manos el gobierno de las alcaldías de Córdoba y Cádiz. Pero esa
manzana tiene bicho. Los populares, en vista del panorama que tiene por
delante, prefieren ganar algo que
perderlo todo. Si volviese a haber elecciones en esa Comunidad son conscientes de que Susana Díaz conseguiría
más votos todavía y que, posiblemente, el PP se hundiría como el “Titánic” pero sin orquesta en cubierta.
Por tanto, más vale poco que nada. De paso, Rajoy siempre podría decir de cara
a la galería que su partido apoyó con su abstención la lista más votada. Y ahí
anda Juan Manuel Moreno, puesto a dedo por Rajoy, más galán que Mingo, pescando en río revuelto. Juanma es sabedor de que el próximo 5 de julio a las “cero horas”
se acaba el plazo y habría que volver a las urnas. Y entonces, una vez conocidos
los previsibles resultados, sería cuando habría que rezar un gorigori por el Partido Popular y por el
hasta ahora incombustible Javier Arenas,
ahora contrario a permitir la abstención del PP y que parece estar más
amortizado que las locomotoras del “Shangai”,
aquel expreso que hacía el trayecto Barcelona-Vigo en treinta y cinco horas
cincuenta y cinco minutos y exactamente una hora más en sentido inverso,
cuestión que nunca terminé de entender.
lunes, 1 de junio de 2015
La pitada
Mucho se ha escrito ya
en la prensa sobre la ensordecedora pitada al Himno Nacional y a Felipe VI durante la final de la Copa del Rey en Barcelona. De
la misma manera, han criticado la mueca de Artur
Mas, que era una mueca al estilo de La Gioconda
más que otra cosa. No hubo risa por
parte del presidente de la
Generalidad. Sólo una velada sonrisa. No es lo mismo reírse
que sonreír. A mi entender, la pitada fue una muestra de intolerancia y una
falta de respeto. Pero mantengo que los ciudadanos tienen derecho a
manifestarse por mucho que molesten determinados chiflidos. Ello forma parte de
la libertad de expresión. Posiblemente en Bilbao, en el estadio de San Mamés,
hubiese pasado algo parecido. Para Mas,
tan bochornoso espectáculo “debe situarse en un contexto normal en este tipo de
acontecimientos”. Tal vez es que todavía, a estas alturas de la
democracia, no hayamos encontrado la
forma de Estado (Monarquía o República) adecuada ni los símbolos que verdaderamente puedan
unir a todos los españoles. O tal vez no la encontremos nunca y resulte que “los
españoles son ingobernables”, como dijo Amadeo
de Saboya al abandonar España. Unas dudas parecidas a las que tengo yo
ahora atenazaron a los revolucionarios en 1868 cuando expulsaron a Isabel II. ¿Por qué no la República? Prim había dicho aquello de “los Borbones nunca más”. Y se empezó a
marear la perdiz. La Corona
le fue ofrecida al hermano mayor de Amadeo, Cavagni y al sobrino de Víctor
Manuel II, Tomás, duque de
Génova, un niño de 13 años. La opción de Amadeo salió adelante porque
fracasaron todas las demás: las de Fernando
Coburgo, Antonio de Orleans, Alfonso de Borbón, Espartero, Carlos de Borbón,
el ruso Constantino Nikolaevich Romanov,
el danés Hans de Glücksburg y el
alemán Federico de Hesse-Kassel.
También se sondeó a los Hohenzollern,
casa real alemana encabezada por el príncipe Antón, hermano del rey prusiano Guillermo I. En España, a la muerte de Franco, no se dejó que opinase la ciudadanía y que pudiese
manifestar la nueva forma de Estado a la salida de aquella Dictadura. Aquel “atado y bien atado” de Franco equivalía
a reinstauración de la Casa de Borbón en la persona de Juan Carlos de Borbón y Borbón Dos Sicilias
por las Cortes preconstitucionales, al que consideraban heredero de los derechos
históricos. ¿Y Juan de Borbón? Algo
no cuadraba en aquel esquema. Pero la Constitución
Española de 1978 incluyó dentro de su articulado la figura
del nuevo monarca. Y cuando los españoles dieron el “sí” a la Constitución, aquel frío
6 de diciembre, asumieron sin fisuras aquella imposición venida de la mano del
dictador. Ya no hubo tío pásame el río. Respecto a los símbolos, es decir, a la
bandera, habría mucho que decir. Ya sabemos que fue adoptada por con todos sus
elementos actuales de acuerdo con la
Ley
39/1981, de 28 de octubre, que es cuando se añade el escudo. Con
anterioridad se refería a “tres franjas
horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que
las rojas”, como quedó reflejado en el Artículo
4, apartado 1, de la
Constitución del 68. Y el escudo de España quedó regulado por
la ley 33/1981, de 5 de octubre, y
por el Real Decreto 2964/1981, de 18 de
diciembre, donde se especificaba también la posición del escudo en la
bandera. El actual diseño de la bandera nacional surgió con el Real Decreto de 28 de mayo de 1785, por
el que Carlos III resolvía un
concurso convocado para adoptar un nuevo pabellón de la Marina, eligiendo dos
diseños: uno para los buques de guerra y otro para los mercantes, de entre las
doce propuestas que le presentó Antonio
Valdés y Fernández Bazán. Y no hubo ningún problema con esa bandera bicolor
hasta 1931, cuando la II República
adoptó otra enseña nacional. Los republicanos creyeron erróneamente que los
colores de la enseña nacional representaban a la Corona
de Aragón, y pensaron que introduciendo el color morado en la
enseña representarían así a Castilla. No se entiende muy bien. El Pendón de Castilla era carmesí. Esa
nueva bandera, donde se había sustituido el color carmesí por el morado, era la
que se usaba en los casinos republicanos. El color morado fue una reivindicación de los
comuneros castellanos del siglo XVI, que fueron la voz del pueblo contra la
tiranía del poder. Pero a lo que iba. La bandera republicana se utilizó en
España desde 1931 hasta 1939. La bandera bicolor la potaban los insurrectos,
que más tarde ganarían la guerra. Quizás, no lo sé, de ahí derive un cierto
odio visceral hacia la rojigualda por
parte de muchos ciudadanos que ahora la pitan cuando tienen ocasión. Yo no lo haría,
y entiendo que en la España
actual hay que respetar los símbolos y a la persona que ejerce la Jefatura del Estado,
aunque sea por herencia. Pero todos no pensamos de igual manera y para gustos
se hicieron los colores. Mientras sólo se pite, no pasa nada. Lo que no se
puede ni se debe permitir es que bandera y la Jefatura del Estado sean
impuestas por el ganador de una guerra entre hermanos; es decir, por Franco;
que dejó las cunetas llenas de esqueletos de ciudadanos que no pensaban como
él. Eso nunca más. Lo de las pitadas, a su lado, sólo es una anécdota a la que
no hay que dar mayor importancia.
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