domingo, 17 de junio de 2012

Sol y sombra




No cabe duda de que al Rey se le ha abierto el cielo con la muerte de Nayef  ben Abdelaziz, heredero al trono de Arabia Saudí. Precisamente el lunes, o sea, mañana, debía presidir el bicentenario del Tribunal Supremo, estrechar la mano, fotografiarse y sentarse junto a Carlos Dívar, que el próximo jueves cesará, a Dios gracias,  como Presidente de esa Institución y como Presidente del Consejo General del Poder Judicial por sus presuntos “derroches” con dinero público. La situación era, sin duda, insoportable para Dívar y “molesta” para el rey, pero la muerte de Abdelaziz cambia su agenda. Le acompañará García-Margallo, ministro de Exteriores. Parece raro que no forme parte del séquito Pedro Morenés, cuando el Estado está a punto de cerrar una gran operación: la venta de más de 200 carros de combate (extensible a 700) “Leopard”  por un valor estimado en 3.000 millones de euros. El rey Abdalá tiene la última palabra y este viaje luctuoso ayudará en las relaciones comerciales. Le tocará presidir, por tanto, el bicentenario al príncipe de Asturias. A veces hay que bailar con la más fea la pieza más larga. ¡Qué le vamos a hacer! Se ha muerto Abdelaziz y hay que asistir a  las pompas fúnebres del árabe sí o sí. Ya lo dijo Franco a la muerte de Carrero: “no hay mal que por bien no venga”. Pues eso.

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