viernes, 29 de junio de 2012

Unos gastos evitables



Comprendo la euforia futbolera que le ha entrado a media España pese a encontrarse el país al borde del cantil económico. Hay más de cinco millones de parados, mañana sube la bombona de butano, la luz y estamos a punto de que el incremento del IVA no nos permita ni comprar gaseosas de sobre. Pero, como si viviéramos en el “país de Jauja”, de donde se contaba que los ríos manaban leche y que de los árboles salían buñuelos, el próximo domingo estarán presentes en la final de la Eurocopa el príncipe de Asturias y Mariano Rajoy. Lo primero que nos preguntamos todos los españoles es quién paga esas excursiones. La respuesta es obvia: todos los contribuyentes. Personalmente tales viajes, dada nuestra situación angustiosa y sin que nadie les haya convocado, se me antojan como una absoluta falta de respeto hacia el ciudadano. Si el príncipe desea “hacer prácticas” de jefe de Estado antes de ser proclamado rey, que aprenda el  duro oficio que le espera ante el reto de los nuevos tiempos, que no pintan nada buenos, ni para él ni para el conjunto de los españoles, intentando “vender” en el exterior un Reino de España  más devaluado que un duro de plomo, hundido por banqueros incompetentes; por ciertos “amos del ladrillo”, que esconden  sustanciosas plusvalías en las alcantarillas doradas de  paraísos fiscales hasta que el Gobierno de turno decida hacer nuevas amnistías fiscales;  por pésimos gobernantes, más atentos a mantener sus prebendas que a servir a los ciudadanos que un día les  votaron desde la esperanza de que procuraran un país más justo; etcétera. El Reino de España se ha convertido en el hazmerreír de Europa. Hay que evitar gastos innecesarios y hay, también, que percibir por la intuición en qué entierro dispone uno vela. Si Rajoy desea evadirse de sus problemas de trabajo viendo fútbol, que lo vea por televisión. Y si el príncipe hipa por inhibirse noventa minutos de un raro “aburrimiento” personal por no sabemos qué situación personal de “impasse”, que se distraiga con un cortahierbas, o aprendiendo el lenguaje de las flores. Pero justo será reconocer que cada viaje del jefe de Gobierno y del heredero de la Corona por el capricho pueril de ver un partido en el extranjero cuesta a los españoles una cantidad de dinero importante y siempre necesario para otros menesteres de tipo social. Pero bueno, ya sé que no puedo evitar que ambos ciudadanos, Borbón y Rajoy, acudan a Kiev el próximo domingo por  ver “in situ” un partido de fútbol,  espero y deseo que, al menos, se dignen volar en el mismo aparato. Ya pagaremos la cuenta. De ahogados, al río.

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