Señala Eduardo Torres-Dulce en
entrevista a Efe que “con el Código Penal” no se resuelven los conflictos (…)
políticas de prevención dan mucho más rendimiento”.Y Jorge Fernández Díaz, para
no ser menos, cuenta que está en estudio una nueva tipificación para el robo de
cobre. El robo siempre es un delito contra el patrimonio y ya está tipificado
en el Código Penal, sea de cobre o de garbanzos de Fuentesaúco. Tanto el Fiscal General del Estado como el ministro
del Interior tras la expulsión por sus bocas de esas perlas cultivadas, se han
quedado calvos detrás de las orejas. Lo de Jorge Fernández es hablar por no
callar. No merece respuesta por mi parte. Torres-Dulce, sin embargo, podría decirnos pasado mañana, por ejemplo,
que el Derecho Mercantil por sí sólo no ayuda al desapalancamiento necesario de
las Cajas de Ahorro, o que el Código Civil, en esencia, no resuelve los
conflictos en un enfrentamiento entre un gato y un perro. El almibarado Fiscal
General del Estado, que entiende mucho de cine, doy por hecho que sabrá mejor
que yo que el Código Penal en un Estado de Derecho no esta para resolver
conflictos ciudadanos sino para castigar los delitos que puedan cometerse.
Porque, vamos a ver: si con el Código Penal no se dictaran sentencias, ¿qué
demonios pintan fiscales, jueces y magistrados? Pretender “potenciar la
prevención de los delitos”, como el invoca, es labor de difícil manejo, salvo
que la Guardia Civil
dedique todos sus esfuerzos a visitar todas las mañanas el domicilio de los 46
millones de ciudadanos para someterles a un “test de estrés”, como hacen los
del Eurogrupo antes del rescate, y contarles aquello de que el hombre es bueno
por naturaleza y que el ser es un ente apolar y neutro, como creían a pies juntillas Sócrates y Rousseau. Otra
solución posible consistiría en que esas visitas del puerta a puerta las
hicieran los curas párrocos y los coadjutores en cada una de las diócesis.
Naturalmente no nombrarían a la bicha, o sea, a Rousseau, sino que explotarían
otros recursos, verbigracia: Dios en su bondad no podría haber creado criaturas
esencialmente malas; que Siddharta confesó que la vida es sufrimiento, al menos
la vida terrena; que el hombre es él y sus circunstancias… Bueno, eso no, que
lo dijo Ortega y a nadie se le escapa que escribía en “El Sol”, donde mostraba sus
simpatías por el socialismo. De esa manera, sobrarían en España los códigos,
los letrados, las cárceles, el defensor del pueblo, los confesionarios y, si me
apuran, hasta Carlos Dívar, que no se despega de la poltrona y se larga de una
vez al Hogar del Jubilado ni aunque le echen aceite hirviendo por las canillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario