Leo en la sección cultural de “El
País” que “el libro de bolsillo se desploma”. Es normal. Al español lo que le
gusta es el libro de cuarenta hojas, o sea, la partida de guiñote en el bar de
barrio de toda la vida, donde las horas se hacen como más cortas. El libro de
bolsillo tuvo su morbo cuando en la
España de Franco estaba en el “índice” hasta la obra de Valle
Inclán. Si eras amigo del librero, éste te avisaba de que en la tratienda tenía
algo que había recibido desde Argentina y que tenía muy buena pinta. Eran las
ediciones de bosillo de la Colección Austral,
las que tenían el sello inconfundible de capricornio en su tapa, pero no precisamente Azorín, Insúa, Antonio Espina,
Maeztu o Fernández –Flórez. Como recuerda “El Pais”, “el color de la tapa
identificaba los diferentes contenidos: azul para novelas y cuentos; verde,
ensayo y filosofía; naranja, biografías; negro, viajes; amarillo, historia y
política; violeta, teatro y poesía; gris, clásicos; rojo, aventuras y
policiacos, y marrón para lo referente a ciencia y técnica”. De la misma
manera, existían volúmenes sencillos o extra, dependiendo del número de
páginas. Pero en España las verdaderas novelas de bolsillo del siglo XX se difunden durante su primer tercio para todos
los bolsillos en colecciones populares, como “El Cuento Semanal” (1907-1912), dirigida por Eduardo Zamacois; “La novela corta” (1916-1925), por
José de Urquía; “La Novela Semanal” (1921-1925), por Prensa Gráfica; “La
Novela de
hoy” (1922-1932) de Artemio Precioso o “La
Novela Mundial”
(1926-1928), por José García Mercadal. Por cierto, “Austral” celebra este año
su setenta y cinco aniversario cuando, como recuerda “El País”, “el consejo de
administración de Espasa Calpe, ante los avatares de la guerra, decidió transformar
su sucursal en Buenos Aires en Compañía Anónima Editora Espasa Calpe Argentina
y dio poderes a Julián Urgoiti y Gonzalo Losada. Fue de Losada la idea de crear
Austral, una colección de bolsillo inspirada en la británica Penguin Books
(fundada en 1935). Losada encargó al poeta y ensayista Guillermo de la Torre, cuñado de Borges, la
selección de los primeros títulos. El artista italiano Attilio Rossi se encargó
del diseño que en lo fundamental se ha mantenido hasta hora”. Tampoco hay que
olvidarse de la Editorial Molino,
creada en Barcelona en 1933 y que se especializó en un género que podría
definirse como "popular": novelas de aventuras, novelas policíacas,
historias de paisajes lejanos o en épocas pretéritas, e hizo popular su
logotipo, un molino de viento negro sobre dos libros uno encima del otro y ahora
son tesoros codiciados por los coleccionistas. No hay que olvidar, tampoco, el
género de novelas del “far west”,
con Manuel Lafuente Estefanía a la
cabeza; a José Mallorquí, con su serie de “El Coyote”; ni a Francisco González
Ledesma, cuya primera novela, “Sombras
Viejas” (1948), no sólo ganó premios, sino comentarios favorables de
escritores de la talla de Somerset Maugham, pese a lo cual fue víctima de la censura
franquista y tuvo que utilizar el seudónimo de Silver Kane.
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