Existen tres cosas sobre
Francisco Franco que nunca he podido averiguar: si sabía montar en
bicicleta, si sabía nadar y si sabía
montar a caballo. Existe un lenguaje de la estatua ecuestre, de la misma manera
que existe un lenguaje del abanico y un lenguaje de las flores. Parece ser que
en toda escultura ecuestre, cuando el caballo tiene dos manos en el aire indica
que el jinete que lo monta murió en combate; si el caballo tiene una de las
manos en el aire, el jinete murió de heridas recibidas en el campo de batalla;
y, finalmente, si el caballo tiene las dos manos y las dos patas en el suelo,
el jinete murió de causas naturales. Ello viene a cuento con la no admisión a
trámite de la Fundación Francisco
Franco, que había presentado un recurso en el Tribunal Supremo para que la
estatua ecuestre de Franco (1944) volviese a su antiguo emplazamiento de la
madrileña plaza de San Juan de la
Cruz y que el Ministerio de Fomento había retirado el 17 de
febrero de 2005 de conformidad con la
Ley de la Memoria
Histórica. En esa estatua aparece Franco montando a un caballo al que imagino de capa
ruana o torda y que tiene una mano levantada como en posición de “al paso”, es
decir, que avanza en bípedo lateral (referido a que avanza el pie derecho y
después la mano derecha, seguido por el pie izquierda antes de la mano
izquierda) cuando todos sabemos que el dictador murió en el Hospital La Paz, de Madrid. Algo semejante
sucede con el monumento a Miguel Primo de Rivera (1929) en la plaza del Arenal,
en Jerez de la Frontera;
o con el del general Espartero (1895), en El Espolón de Logroño. Por lo tanto,
el lenguaje de la estatua ecuestre no se corresponde con la realidad, a no ser
que los escultores que recibiesen los respectivos encargos de honrar sus
memorias anduviesen algo despistados. De cualquier modo, celebro que la estatua
ecuestre de Franco no pueda volver a su antiguo emplazamiento ni a ningún otro,
si se considera que tal reposición “es, por mandato legal, de imposible
cumplimiento”. Lo siento por el caballo, que es animal estilizado y noble. Todo
lo contrario que el jinete, cuartelero y protervo hasta el corvejón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario