lunes, 25 de junio de 2018

Confundir las circunstancias



Hay noticias en la prensa que dejan un amargo sabor de boca. Hoy leo en Heraldo de Aragón que “la Fiscalía acusa a un muchacho epiléptico de atentado por golpear a los policías que lo sujetaban cuando convulsionaba”. Me produce consternación que un fiscal pueda acusar a un epiléptico de atentado contra la autoridad, sin haberse informado antes en qué consiste la epilepsia. SI no lo sabía, podía haber solicitado información de un médico forense. Y también, que haya propuesto al Tribunal que le imponga la obligación de de seguir tratamiento médico siquiátrico. Eso sólo se le ocurre, con perdón, al que confunde el culo con las cuatro témporas. El fiscal, a mi entender, no ha estado a la altura de los hechos,  al desconocer que un ciudadano epiléptico de ninguna de las maneras es un chiflado. Me produce espanto, por otro lado, que unos agentes de la Policía Nacional reclamen judicialmente cerca de mil euros de indemnización a alguien que estaba inconsciente de forma completa en el momento de los hechos. Esos agentes, por lo que se desprende, demuestran a las claras que cuentan con una muy escasa sensibilidad hacia ese ciudadano además de una vergonzosa ignorancia. Y no les estoy insultando. No sería justo. La ignorancia (del latín ignorare) significa “no saber”. Es decir, que esos policías nacionales no parecen preparados ante determinadas contingencias para poder pertenecer a un Cuerpo que goza, al menos a mi criterio, de gran respeto y consideración. Soy consciente de que los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado siempre están dispuestos a acudir en ayuda de todo ciudadano que reclama su presencia. Los agentes que atendieron al muchacho epiléptico (que había sufrido tres crisis en el mismo día) aquel 7 de diciembre de 2017 tenían que haber entendido que su “agresividad aparente” era debida a causas patológicas de las que no era consciente. Sin embargo fue esposado y atado por los tobillos para ser reducido. Como bien señala el abogado de la defensa, Enrique Esteban Pendas, “dadas las especiales circunstancias del caso, este tendría que haber sido archivado en la vía penal. Si los policías querían reclamar un dinero por ello, podrían haberlo hecho por la vía civil". En fin, hay cosas que parecen de libro y que no se comprenden en este país, pero siempre me reconforta saber que la Inquisición hubiese quemado a ese respetable muchacho sin mayores recatos. Confundir las circunstancias suele ser propio de memos.

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