Se
atribuye a Pitágoras la siguiente
frase lapidaria: “Ayuda a tus semejantes a levantar su carga, pero no te
consideres obligado a llevársela”. Eso viene a cuento con lo que está
sucediendo en este país. Hace pocas fechas, el Gobierno que presidía Mariano Rajoy estaba muy satisfecho por
haber conseguido sacar adelante los PGE de 2018 por la ayuda prestada, para
ellos inestimable, del PNV. Claro, todo tenía un precio. Y ese coste por la “merced”
era de 500 millones de euros. Pero miren ustedes por dónde, se torció la
cosa con la moción de censura presentada por los socialistas, con Pedro Sánchez al frente y los cinco votos
necesarios del Partido Nacionalista Vasco como aval imprescindible. Y el
Partido Popular, ¡oh desgracia!, perdió la moción y pasó a formar parte de la
Oposición parlamentaria. Y llegó la rabieta. El Partido Popular amenazó con bloquear
esos presupuestos en el Senado donde dispone de mayoría absoluta. Ese partido enrabietado trató una vez más de que esa supuesta medida
(que tan buenos resultados le había dado en las urnas) pudiese asustar una vez
más a los ciudadanos poco avisados y desconocedores de que los Presupuestos
enmendados siempre regresan a la Cámara
baja para su aprobación final por mayoría simple. Andoni
Ortuzar, presidente del PNV, ya ha
afirmado hoy en una entrevista en Onda
Vasca que esas pretensiones del PP no son “ni inteligentes ni justas” y que
“la revancha en política no es una buena herramienta”. Ayer, Jesús Cacho, en un denso artículo en Vozpópuli, ponía el ejemplo de Amadeo de Saboya, “cuando presentó su renuncia al Trono el 11 de
febrero de 1873 y puso pies en polvorosa tras despedirse con una carta a la nación en
la que se quejaba amargamente
de las luchas entre partidos y de la insoldable fractura social”. Y también
recordaba parte de aquella carta: “Si fueran extranjeros los enemigos de su
dicha, entonces, al frente de estos soldados, tan valientes como sufridos,
sería el primero en combatirlos; pero todos los que con la espada, con la
pluma, con la palabra agravan y perpetúan los males de la Nación son
españoles”. Cacho es duro con Rajoy: “El país estaba sin Gobierno, con un Ejecutivo de
cartón piedra, de mediocres gestores de lo cotidiano, al mando de un presidente
cuyo objetivo, tras renuncia expresa a toda ideología y a cualquier agenda
reformista, consistía simplemente en ‘durar’. El espectáculo protagonizado
estos días por Mariano es tan vergonzoso que pasará mucho tiempo antes de que
se disipe la sensación de bochorno que hoy sienten millones de españoles. Que
el presidente del Gobierno se refugie en un bar durante 8 horas, en una especie
de huida hacia ninguna parte producto del pánico -dos botellas de whisky, vino
al margen, se trasegaron en el antiguo Club
31 de Alcalá esquina Independencia-, en lugar de ocupar su escaño en el
Congreso como era su obligación, es un episodio que no se había registrado
nunca en la historia de un Parlamento no falto de lances abracadabrantes”. En fin, no sé muy bien si aquí “se ha marchado
un cobarde y ha llegado un irresponsable”, como afirma Cacho. El tiempo lo dirá.
Pero no olvidemos la cita de Pitágoras. Que cada palo aguante su vela.
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