Son
muchas las voces que demandan del presidente Sánchez que se arme de valor y que desaloje los restos de Francisco Franco de Cuelgamuros, paraje
de la Sierra de Guadarrama. Se supone que dentro de esa basílica están los
restos de muchos luchadores, de un lado y del otro, que murieron en combate en
la Sierra de Pandols, en Belchite, en Brunete o en el frente de Teruel, que
dónde perdiesen sus vidas aquellos soldados de leva ya da lo mismo. Pero el
dictador murió en una cama de La Paz y delante de sus restos desfilaron,
algunos hasta haciendo aspavientos vergonzosos, miles de españoles en el Salón de Columnas del Palacio Real. Una
muerte que fue anunciadacon lágrimas de
cocodrilo de madrugada por el entonces presidente del Gobierno Arias Navarro con un escueto “¡Franco
ha muerto!”. Y unos ciudadanos le lloraron, otros se preocuparon por el futuro
de España y, sobre todo, de sus asientos oficiales,y buena parte de la población brindó con lo que tenían a mano, ya fuese cava, vino
peleón o agua de Carabaña. Esas cosas no pasaban todos los días. Hoy, Manuel Vicent, en El País, bajo el título “De
una vez”, señala a los lectores que “el nuevo gobierno socialista debe
demostrar que está dispuesto a despejar el horizonte del futuro político
dejando que el viento de la historia se lleve por delante el odio que genera
ese panteón”. (…) “A estas alturas sería realmente escandaloso seguir con el
miedo reverencial que hasta ahora han despertado los despojos del dictador como
si su tumba fuera la olla de hormigón que guarda una barra de uranio capaz de
liberar una carga radioactiva incontrolada”. De ninguna de las maneras debe
consentirse que Franco duerma el sueño eterno en el altar mayor de ese túnel
fascista, al tiempo que los huesos de miles de republicanos que lucharon por la
libertad se eternicen en cunetas y en parajes ignorados. Para cerrar heridas históricas que todavía
supuran no sirve el “método del doctor Trueta”, o sea, dejar la herida
abierta, llenándola completamente con tiras de lino estéril. Es necesario echarle
coraje y dejarse de aplicar paños calientes. Alguna vez habrá que hacerse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario