domingo, 10 de junio de 2018

Alguna vez habrá que hacerse



Son muchas las voces que demandan del presidente Sánchez que se arme de valor y que desaloje los restos de Francisco Franco de Cuelgamuros, paraje de la Sierra de Guadarrama. Se supone que dentro de esa basílica están los restos de muchos luchadores, de un lado y del otro, que murieron en combate en la Sierra de Pandols, en Belchite, en Brunete o en el frente de Teruel, que dónde perdiesen sus vidas aquellos soldados de leva ya da lo mismo. Pero el dictador murió en una cama de La Paz y delante de sus restos desfilaron, algunos hasta haciendo aspavientos vergonzosos, miles de españoles en el Salón de Columnas del Palacio Real. Una muerte que fue anunciada  con lágrimas de cocodrilo de madrugada por el entonces presidente del Gobierno Arias Navarro con un escueto “¡Franco ha muerto!”. Y unos ciudadanos le lloraron, otros se preocuparon por el futuro de España y, sobre todo, de sus asientos oficiales,  y buena parte de la población  brindó  con lo que tenían a mano, ya fuese cava, vino peleón o agua de Carabaña. Esas cosas no pasaban todos los días. Hoy, Manuel Vicent, en El País, bajo el título “De una vez”, señala a los lectores que “el nuevo gobierno socialista debe demostrar que está dispuesto a despejar el horizonte del futuro político dejando que el viento de la historia se lleve por delante el odio que genera ese panteón”. (…) “A estas alturas sería realmente escandaloso seguir con el miedo reverencial que hasta ahora han despertado los despojos del dictador como si su tumba fuera la olla de hormigón que guarda una barra de uranio capaz de liberar una carga radioactiva incontrolada”. De ninguna de las maneras debe consentirse que Franco duerma el sueño eterno en el altar mayor de ese túnel fascista, al tiempo que los huesos de miles de republicanos que lucharon por la libertad se eternicen en cunetas y en parajes ignorados.  Para cerrar heridas históricas que todavía supuran no sirve el “método del doctor Trueta, o sea, dejar la herida abierta, llenándola completamente con tiras de lino estéril. Es necesario echarle coraje y dejarse de aplicar paños calientes. Alguna vez habrá que hacerse.

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