jueves, 21 de junio de 2018

Garito de hambrientos


Balbino Lozano, al que no pasa día sin que lo lea, nos retrotrae en un artículo que hoy publica en El Correo de Zamora al año 1910 y al estreno de la sicalíptica zarzuela “La corte del faraón” ocurrida ese mismo año en el madrileño Teatro Eslava con libreto de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios y música de Vicente Lleó. Entiendo que el “faraón” aludía de alguna manera a la persona de Alfonso XIII; y la plaza de Menfis, al  Congreso de los Diputados, que era lo más parecido a una jaula de grillos. El victorioso general Putifar, como cada presidente del Consejo de Ministros, era de muy corta duración. Y Lozano así lo expone de forma resumida: “Había surgido la crisis del gobierno conservador de Antonio Maura a causa de la Semana Trágica de Barcelona en 1909, sucediéndole el gobierno liberal de Segismundo Moret, pero su acercamiento a los republicanos y socialistas no gustó en los ámbitos políticos, y cuando el rey Alfonso XIII le negó la disolución de las Cortes, dimitió el 9 de febrero de 1910. Entonces el monarca encargó formar gobierno a José Canalejas. Fue elegido Presidente del Congreso el conde de Romanones, que fue sustituido en 1912 por Segismundo Moret. El jefe de Gobierno José Canalejas fue asesinado el 12 de noviembre de 1912 y le sustituyó  Romanones, que dimitió el 27 de octubre de 1913 debido a la división interna en el partido. También hubo división en el Partido Conservador cuando Antonio Maura y Juan de la Cierva no aceptaron el liderazgo de Eduardo Dato”. En la zarzuela aludida, acorde con aquellos azarosos tiempos, se cantaba en el cuadro III aquello de “Los ministerios en Babilonia/ suben y bajan tan de repente/ que aquel que eligen por la mañana/ ya por la tarde no es presidente/ ay ba, ay ba, ay babilonio que mareas/ ay ba, ay ba/ ay vámonos para Judea...". Fueron años de gran hambruna en España pero, pese al analfabetismo existente, se editaron importantes trabajos culinarios por parte de Emilia Pardo Bazán, Manuel María Puga y Parga, más conocido como Picadillo, Wenceslao Fernández-Flórez, etc. En “La cocina española antigua”, editado en 1913, Pardo Bazán señalaba: En las  recetas que siguen encontrarán las señoras muchas donde entran la cebolla y el ajo. Si quieren trabajar con sus propias y delicadas manos en hacer un guiso, procuren que la cebolla y el ajo los manipule la cocinera. Es su oficio, y nada tiene de deshonroso el manejar esos bulbos de penetrante aroma; pero sería muy cruel que las señoras conservasen, entre una sortija de rubíes y la manga calada de una blusa, un traidor y avillanado rastro cebollero".

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